Drones en el aire, tanques en la tierra y fragatas en el mar, son los
juguetes que los ejércitos piden a los reyes haciéndose hueco entre los
presupuestos anuales. No sabemos muy bien para qué queremos los aviones
asesinos sin tripulación, pero los necesitamos porque “son el futuro”. Aunque
haya que gastarse 30.000 millones más.
Por otra parte hay que mantener distraída a la hidra de las siete
cabezas no sea que se enfade y la pague con nosotros. Las maniobras militares
no son un puro juego, son una terapia ocupacional. Habrá que suministrarles los
juguetes que los emparejen con sus iguales en el área mundial. Lo exige nuestro
prestigio, nuestro papel en la arena internacional, la marca España, la
necesidad de protegernos contra los enemigos exteriores. Aunque no sepamos
dónde están ni quiénes son, pero por si acaso, nunca se sabe.
30.000 millones del ala, eso es lo que nos va a costar la broma, la
compra de ese armamento a recibirlo en el año 2015 y a pagarlo hasta el año
2030. Más todo lo que se debe. En un momento en que ya no nos quedan pellejos
donde recortar. Pero las cúpulas de los partidos y de los gobiernos tienen que
llenar su estómago (y sus cajas de caudales), y el ejército se tiene que
equipar como corresponde a una potencia militar.
Veréis cómo lo encuentran, el dinero. No lo hay para la gente
dependiente, pensionistas, estudiantes, pacientes, parados… pero no les ha de
faltar a los políticos, a los gobernantes, a los bancos, a los militares, y a
los juguetes de matar que hacen tanta falta para intimidar.
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