Weidmann y Merkel forman un buen
equipo, el del bueno y el malo policía, para que uno sacuda los bofetadas al
chorizo y el otro aparezca después ofreciéndole un pitillo. Así Merkel puede
ceder en contra de su política austérica para darse palmaditas en las espaldas
con sus socios europeos, porque sabe que luego viene su subordinado, el
presidente del Bundesbank, diciendo que bueno, que sí, que todo eso está muy
bien, pero que ahora no es el momento, que ya veremos más tarde, que hay que
modificar los tratados…, y todas las iniciativas acordadas, todas, para ayudar
a la liquidez del euro y la promoción de empleo, se quedan, como en efecto se
han quedado, en agua de borrajas. Es por eso que, además de proponer la patada
en el trasero a este cerril economista, le concedemos el título de Filibustero
Mayor europeo.
El filibusterismo, tan practicado en el Congreso norteamericano, es una
práctica perversa de hablar sin descanso (no sé de cuántas horas disponen para
dormir, llegado el caso) con el fin de demorar, o bloquear, la aprobación de
una ley o una moción. Este sería un filibusterismo retórico o parlamentario).
Otro sería negarse a aprobar cambios necesarios con la excusa de su dudosa
legalidad o incluso constitucionalidad, al que podríamos denominar
obstruccionista o reaccionario. Y un tercero sería el que practica el angelito
de Frankfurt, alegando que su aplicación requiere una previa rectificación de
algún Tratado. Y con estas argucias y artimañas ha atornillado la política
austérica, consiguiendo aplazar las decisiones acordadas durante más de dos
años hasta llegar las elecciones alemanas del próximo septiembre, boicoteando
la compra de bonos de los Tesoros periféricos por el BCE, saboteando la
provisión de fondos para el empleo juvenil o los créditos a las Pymes, impidiendo
la inyección de liquidez en la masa monetaria del euro, o ralentizando la
centralización de la coordinación bancaria europea, teniendo que inventarse los
gobiernos europeos fórmulas para pode ponerlas en marcha sin previa
modificación de los tratados. Pero cómo puede ejercer tanta influencia este
niñato de los coj… narices! digo yo.

Viñetas de la red (III/V)

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