Habrá que regenerar
las instituciones del Estado. Y tanto más cuanto más degeneradas las deje este
Gobierno de las Grandes Mentiras y de nefasta memoria.
Pues están amordazando a todas, sin
dejar una, desde los tribunales penales hasta los medios de comunicación y los
Registros, pasando por el Consejo General del Poder Judicial o los Tribunales
Supremos de Justicia y del Constitucional. El nombramiento como magistrado del
Tribunal Constitucional del sr. Enrique López, de proclamada adhesión al
partido del gobierno y discutible capacidad jurídica, “desmiente de manera
categórica el que exista en el Gobierno la menor intención de atajar el creciente
desprestigio de las instituciones”, en palabras de Soledad Gallego Díaz, no siendo
el problema tanto el propio Sr. López como el desprecio y consiguiente desprestigio
de dicho Tribunal.
En medio
de tanto secuestro por el Poder Ejecutivo de los demás Poderes y altas
instituciones, resulta heroico y patético el pataleo de los pocos jueces independientes
que intentan ejercer su profesión honestamente, aun a sabiendas de que el
monstruo terminará por devorarlos acabando con su carrera profesional (recordad
el caso Garzón). De otro modo los corruptos verían peligrar su actual
impunidad. Con lo cual no me extrañaría que el partido del gobierno terminara
alegando que actuaba en legítima defensa.
El espectáculo se adorna con el
desparpajo con el que se comportan, silbando distintas melodías mientras
desmontan el Estado para ponerlo a su servicio personal. Qué arte, chiquillos,
no me digáis que en materia de mentir y saquear no tienen arte.
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