martes, 9 de julio de 2013

739 (M 9/7/13) Opaca impunidad


La corrupción es opaca pues es efecto de la impunidad y ésta no soporta la luz, que podría dejarla al descubierto. Hace falta, pues, imponer la transparencia. Pero de poco sirve una ley de transparencia si carecemos de una cultura de la transparencia. Por cultura aquí nos referimos a hábitos, talantes, actitudes. La reacción automática, como acto reflejo, de nuestras instituciones públicas ante cualquier tipo de pregunta, es la de negarse, o esconderse o escaquearse, clara señal de una mala conciencia y de culpa, pues por lo visto hay mucho que ocultar. A esto añádase la corrupción y paranoia consiguiente del corrupto, que son todos, aunque sólo sea por encubrimiento y por complicidad. De ahí que los miembros de este Gobierno de la Gran Mentira se hayan hecho expertos en fabricar eufemismos. O en proclamar como mantras justamente lo contrario de lo que están haciendo. Y así, mientras despiden a miles gritan que lo hacen para la creación de empleo, mientras recortan la capacidad de consumo dicen que lo hacen en aras del crecimiento económico, mientras asfixian a los tribunales que los persiguen dicen que respetan las decisiones judiciales, etc. Estos mantras los repiten textualmente como loros adiestrados que no pueden explicar lo que hablan, y es por eso que ni responden ni aceptan las preguntas.
       En este contexto, una ley de transparencia deviene en su contraria, en una ley opaca que blinda la opacidad. Lo cual se refuerza por la necesidad de asegurar la impunidad que protege la corrupción, que ya sabemos que es sistémica. Por metástasis. Y de reforzar la mentira permanente reiterándola permanentemente.
No casa bien la transparencia con el autoritarismo de los que nos gobiernan. Son tan incompatibles como  un círculo cuadrado. Un caso evidente, muy representativo, podemos verlo en  la irritación de Aznar con Rajoy por no haber sabido asfixiar al tribunal del caso Gürtel que asoma de nuevo tras el caso Bárcenas, y al que mejor deberíamos llamar el caso Génova, como sugiere un tertuliano sevillano, jurista o antropólogo, según el cual los políticos del PP se dividen en dos, los que temen a Bárcenas y los que, no teniendo motivos para temerle, temen a los que le temen. Si Aznar se pone como ejemplo a sí mismo es por haber sabido ahogar al tribunal del caso Naseiro (por medio de las triquiñuelas procesales de su monaguillo Trillo), antecedente del actual de triple nombre que ahora incluye sobresueldos de la cúpula del PP durante 20 años, cohechos continuados y evasiones fiscales por un tubo.
        Necesitan transparencia, sí, pero no para controlarlos a ellos sino para que ellos puedan controlarnos a nosotros, que seríamos los que deberíamos poder controlarlos. Lo que realmente van a hacer transparente es nuestra vida privada. Motivos de seguridad nacional, o de pura represión, o de ejercicio del poder que quiere perpetuarse. Hasta el punto de que se prepara una nueva Ley de Seguridad (todo legal, esa apariencia que no falte) que obligará a los detectives privados a dar cuenta de sus contratos, trabajos y resultados a la policía. Más aún, la policía podrá intervenir en esos trabajos cuando les plazca. Así se evitará que se pueda repetir la grabación de una comida, como la que le hicieron a Alicia Sánchez Camacho en Barcelona, dice descaradamente el propio Ministro del Interior. Si a esto añadimos la informatización del historial sanitario, la declaraciones de renta y patrimonio, los pagos con tarjetas, el rastreo de las comunicaciones, la ubicación en la que estamos, el dni y el control de los datos privados en las redes de internet, qué nos queda que no sepan de nosotros? Es que no es un derecho fundamental el de la privacidad? Pues no sólo tienen nuestros datos, tienen metadatos, datos sobre los datos, que les permitirá conocer lo que nos sucederá.

        Sin embargo, se da la paradoja de que al dejarnos desnudos nos exhibimos impúdicamente en las redes donde podemos espiar a nuestros espías. Las cámaras del Gran Poder quedarán al descubierto por los móviles de todos. La vulnerabilidad de todos desnuda al Gran Hermano, todos espiándonos. Y así el cazador será cazado, el controlador controlado, el ojo dominante dominado. Ojalá.

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