lunes, 27 de mayo de 2013

697) (L 27/5/13) Dialéctica

Dialéctica
Se supone que un debate, educado, correcto y enriquecedor, debe versar sobre los argumentos de cada participante. Pero ocurre a menudo que el interlocutor que ve debilitarse su posición, ante la mayor lógica o fuerza de los argumentos de su adversario recurre a la degradante trampa dialéctica de los ataques personales. Y así, visto que exponiendo sus argumentos débiles o erróneos no va a ningún lado con éxito, interpela al otro con insultos o historias que no vienen a cuento como si, saliéndose del tema objeto del debate y denigrando al adversario, pudiera menoscabar su autoridad y debilitar así sus argumentos. Muestra inequívoca de  
que es perdedor, y cerril, al querer fortalecer su postura con un inútil e infantil pataleo. Como ejemplo podríamos imaginar la probable respuesta de cualquier miembro de este Gobierno, o de los neoliberales protegidos desde las sombras por el Bundesbank del sr. Weidmann, a argumentos tan lúcidos y contundentes como los de Keynes que pudimos leer en este blog de ayer en contra de políticas austéricas como las vigentes ahora con el euro: “El sr. Keynes, dirían (lo llegaron a decir), no está legitimado para exponer sus políticas a largo plazo ya que no tuvo hijos por ser un maricón”.

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