1. Democracia de fachada
La necesidad de
un reconocimiento internacional, y mucho más si es en Europa, obliga a los
países autoritarios a adornarse con visos democráticos, por más que sobresalgan
ciertos rasgos que demuestren lo contrario. Uno de ellos, sin duda, es la
integración de la policía demócrata con la población civil, o por el contrario el
regusto por el palo compulsivo de las dictaduras. Nuestra policía viene dando
muestras cada vez más claras de agresiones que delatan la verdadera naturaleza
del régimen político que nos asfixia. Pero los responsables del orden tiene que
parecer demócratas al tiempo que azuzan a los agentes a que muerdan con el compromiso
de no sancionarlos, incluso premiarlos hasta con medallas, si es necesario, y
en último extremo indultarlos en el caso de que sean condenados por torturas.
El caso de los mossos d’esquadra Joan Salva, Manuel Farré, Fernando Cea y Jordi
Perissé, condenados a cuatro años y seis meses de prisión por torturas al
rumano Lucian Paduraru (cómo serían las torturas…!) ilustra esta evidencia.
Indultados por el Gobierno, a instancias del Departamento de Interior catalán,
con una medida de gracia de rebaja a dos años de prisión para evitar la cárcel,
la Audiencia Provincial ratificó que en todo caso deberían sufrir la pena de
prisión. Ante lo cual, el Ministerio de Justicia los indulta por segunda vez
(con pago de multa de 10 € diarios durante dos años, que sospecho pagarán con
fondos públicos ad hoc), para que
quede bien claro, que los policías podrán hacer lo que quieran, que aquí está
el Gobierno para respaldarlos. Al inefable Felip Puig, Consejero del Orden
Público de la Generalitat, le auguramos un magnífico futuro (para él) con este
Gobierno que con esta decisión deja en evidencia la pretendida democracia de
nuestro país. Estamos en un Estado policial.
La Audiencia avisa que con tantas y tan
arbitrarias medidas de gracia se vulnera el principio constitucional de la
división de poderes, que resulta agraviante que la mayoría de los indultos se
apliquen a funcionarios y policías, que se añade la opacidad de los mismos al
no existir un registro ni obligación de motivarlos, que desmotiva a los jueces
que ven frustrada su labor profesional, que induce a un peor uso de la fuerza y
agresiones policiales sin consecuencia penal alguna y que nos deja a los
ciudadanos indefensos, sin ninguna protección legal real, en la más absoluta
vulnerabilidad. ¿Queda alguien que dude de qué naturaleza es el régimen
político que nos gobierna?
2. De Guindos el primero de la lista
El Financial
Times publica una relación de 19 Ministros de Economía de la UE en la cual
figura de Guindos como el primero de la lista, empezando por el final.
Desconozco los motivos de esta evaluación y el fin que se persigue al
publicarla, así como los elementos tenidos en cuenta para su elaboración. Pero
choca que un eminente economista (o no lo es?) que mereció su nombramiento por
venir de Lehman Brothers, el más famoso de la burbuja financiera que dio lugar
a la crisis que nos asfixia, destaque que se le aprecie por su incompetencia. O
es que este gobierno actúa con nosotros con dolo, premeditación y alevosía?
3. Pirotecnia retórica de Vicente Verdú
Nada es más
fuerte que la ausencia para crear presencias, la falta para otorgar realidad,
ni nada es más seductor que la imposibilidad de poseerlo por completo todo. La
ausencia melancólica de lo perfecto constituye el compasivo factor de su
atracción. Lo que no está en una obra y sólo se revela mediante el defecto no
perjudica necesariamente el efecto sino que tendería, si la obra es todavía
buena, a acrecentar su aura y su evocación. Toda obra, en suma, que no deje a
la invención del receptor la holgura de su oferta será una obra que empache por
su exceso. Como Oscar Wilde decía, “cultiva tus defectos: será aquello que más
envidien tus enemigos”.
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