miércoles, 8 de agosto de 2012

398. reflexiones y otros disparates del día (8/8/12)

1. Ana Palacio, de la FAES y de las JONS
Parece que la ínclita Ana Palacios, la que fue ministra con Aznar, exvice-presidenta del Banco Mundial y consejera de Estado, opina que el franquismo ya ofrecía a los trabajadores una seguridad en el empleo y unos derechos de negociación colectiva, por lo que la Constitución de 1978, el Estatuto de los Trabajadores de 1980 y la Ley Orgánica de Libertad Sindical de 1985 no han significado una ruptura en las relaciones laborales desde 1938 hasta 2012. Con ello ignora que en la dictadura no se reconocieron derechos básicos que garantizaran el ejercicio de la negociación colectiva, la libre sindicación, huelga, reunión y manifestación, sino que por el contrario el uso de éstos dio lugar a despidos, detenciones, torturas y hasta cárcel, emigraciones forzosas incluidas, segregación laboral de la mujer y trabajo sumergido. Y esto es motivo de un comentario publicado por José Babiano Mora y firmado por diez más. Mereciendo nuestro eco.
2. Moral económica
"La fatalidad cotiza en Bolsa, escribe David Trueba, que es un mercado que, analizando valores abstractos como la confianza, la fe y el futuro, los convierte en dinero" material, contante y sonante. De ella debe aprender este gobierno que, asegurando que nos llegaría la confianza de los mercados por el mero hecho de ganar el PP las elecciones, al ganarlas ha ocurrido todo lo contrario. Y, empecinados en el disparate, celebran la amnistía al fraude fiscal, el retorno del ladrillo a nuestras costas, el retroceso al Medievo en los derechos de la mujer, los recortes a la dependencia y a la educación de la que carecen, con el mismo entusiasmo que en su día dispensaron a la guerra de Irak. De la Bolsa prestidigitadora deberían aprender también los técnicos, que devenidos en tecnócratas, son culpables del desastre al que nos vienen arrastrando con sus dogmas ajustéricos. Carpe diem y escápate soñando.
3. Estado vs. Mercado
Lucha de titanes. Nadie defiende ya un Estado, como el soviético de Stalin o el chino de Mao, propietario de los recursos de producción. Todos aceptamos los mercados como fuente de producción y rentas. Aunque el neoliberalismo actual difiere del de Chicago, y aún más del de Smith del siglo XIX, en que prefiere los mercados financieros donde la mercancía no es industrial sino que es el propio dinero. En cualquier caso el Mercado provoca desigualdades económicas y tensión social. Pero el debate se centra entre un Mercado auto-regulado, con un Estado inhibido al máximo, o un Estado regulador de los mercados a los que grava con impuestos progresivos para poder prestar servicios públicos gratuitos igualitarios, educacionales, asistenciales, sanitarios…, con mayor estabilidad democrática y cohesión social, al que hemos llamado Estado del Bienestar. El problema estriba en que una política neoliberal, como es la que están aplicando en la UE, puede dinamitar en un minuto el edificio de un Estado benefactor cuya construcción llevó años y en cuya reconstrucción tardaremos decenios. Cuando se consiga restaurar, habrá que blindarlo con una intensa formación y conciencia democrática y social (la asignatura de marras que a éstos tanto les estorbaba).

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