(Hoy va de soberanos, añejos y con solera)
1. Soberanías
Los Estados nacionales sufren el acoso desde dentro, desde las autonomías que reclaman el ejercicio de sus propias soberanías (competencias locales, “nacionales” prefieren decir ellos) y desde fuera (desde arriba, en nuestro caso Bruselas) para permitir controles e intervenciones de instituciones supranacionales europeas si queremos sobrevivir con el euro, que requiere una coordinación, homologación, de las políticas fiscales y financieras, como mínimo, de los Estados miembros. En esta bicicleta que si se para nos caemos, proclamamos la necesidad de reforzar ls instituciones comunitarias pero siempre que lo digan, lo aprueben y lo hagan, las instituciones nacionales, cabe más contradicción? Es más, aseguran que quieren y deciden “más Europa” pero sin ceder un ápice de las soberanías nacionales, la prueba es que los acuerdos y decisiones que se tomen se harán a nivel inter-gubernamental, y no institucional. Ya lo dijo de Gaulle, “la Europa de las patrias”. El tema de las autonomías de las CC.AA. no será tenido en cuenta por la UE, que sólo se pondrá en contacto con los Estados miembros, a todos los efectos. El Estado responderá por él y por sus comunidades autónomas. Lo que sin duda afectará al desarrollo de las autonomías locales. Si el Estado tiene que ceder parcelas de su soberanía en la nueva Europa, inevitablemente arrastrará consigo a las autonomías que gobiernan dentro de su territorio. Si el Senado, de representación territorial, no ha acabado de definirse en todo el tiempo que lleva existiendo, ahora lo tendrá más crudo todavía.

2. Nuevo colonialismo
Si la cesión de competencias soberanas se hicieran a la UE, lo entenderíamos. Pero es el caso que las instituciones europeas no funcionan como tales y la cesión de poder se hace a un grupo intergubernamental, el Merkozy, que ni siquiera se representa a sí mismo, no digamos ya al conjunto de todos los Estados europeos. Dado que Sarkozy baila al son que le marca Alemania, entramos en una fase de colonización europea por Alemania que podríamos calificar de protectorado, sin intervención de la ONU. Con lo cual, en lugar de europeizarse Alemania, se va a germanizar a Europa. Merkozy no tiene una ruta definida, sólo flota, y tiene como objetivo no hundirse, o sea seguir flotando, así que Europa entera queda al pairo con ruta a la deriva. Es comprensible que en esta tesitura el Reino Unido tome las de Villadiego, lo cual es un lastre menos para Europa, si es que consigue salir hacia delante. Pero el Reino Unido merece un comentario aparte.
3. UK k.o. ok?
En la entrada 119.2 del 29/10 alertábamos del peligro que los ingleses han significado siempre para Europa. Su rechazo al control por una institución monetaria de sus instituciones financieras no es sólo una defensa (”Europa a la carta”) sino también una estrategia para, distanciándose, apuntar mejor a su objetivo, que es impedir un Estado grande en Europa, y mucho más un Estado grande europeo. Reproducimos tal cual el texto de 29/10: “Titular de un periódico inglés: Tormenta en el Canal, Europa ha quedado aislada. Realmente el Reino Unido jamás ha estado, ni quiere estar, en Europa. El arrogante De Gaulle nunca quiso que los arrogantes británicos se integraran en una Europa Unida pues, aparte de no tragarlos, los veía como un enemigo permanente dentro de casa. Ahora Sarkozy remeda a su General gritándole al primer ministro inglés por atreverse a participar en el debate sobre el euro cuando ellos no están en el sistema y se enorgullecen de haberlo rechazado. Será o no por este agravio, el Parlamento británico se plantea si no deberían salir de la UE de los 27, y no sólo del euro, como si realmente alguna vez hubieran estado dentro de Europa. Pero estén dentro o fuera, son muchos los que piensan que el R.U., que se precia de no haber perdido ninguna guerra en toda su historia, siempre ha dividido a Europa todo lo que han podido por considerar que eso le sirve a sus intereses. Si está en la UE, añaden los más reacios, no lo hace por integrarse sino para torpedear la integración de los demás. Y que esa actitud la llevan en los genes”.
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