1. El principio de Pascal (vasos comunicantes)
Si en vez de hablar de acosos, amenazas, ataques de los mercados financieros que se traducen en "primas de riesgo" de 500 puntos básicos (5,00 puntos más que el 1,00 básico alemán, por ejemplo) nos dijeran simplemente que el Tesoro ha tenido que pagar un 5% para colocar su emisión de letras o de bonos, mientras que el Banco Central alemán ha conseguido colocarlos a un 1%, evitaríamos titulares que confunden por farragosos y alarmistas, y estaríamos dando una noticia tan inteligible como normal. Al ser permeables los sistemas financieros europeos por la moneda única, podríamos hablar de ósmosis o de vasos comunicantes en los que el aumento del tipo de interés en unos conlleva necesariamente la bajada en otros, en ratios o proporciones fáciles de calcular por quienes sepan de aritmética. Así, si tomamos una balanza y depositamos un euro (o sea, el inversor compra un bono) en uno de los dos platillos (por ejemplo el alemán) lo hace bajar al tiempo que ese euro no depositado en el otro platillo hace que este último suba de nivel. Si el PIB en España y Alemania, y el contexto económico social, fueran iguales, los platillos de la balanza se nivelarían al ras. Ya sé que el principio de Pascal se refiere a los líquidos pero qué más fluido que el cash flow? y de qué, sino de la liquidez, es de lo que estamos hablando?
2. Pero ¿por qué son diferentes los tipos de interés
...tratándose, como se trata, de una misma moneda? Pues porque, aunque la moneda sea la misma, el emisor y el país que responde de su pago, es distinto. Y el inversor prefiere en tiempos de confusión, como son los actuales, colocar sus ahorros donde los ve más seguros aunque le renten menos. Lo que se traduce en que, si en lugar de "ser alemanes", los bonos fueran "europeos", los alemanes pagarían un tipo de interés más alto que siendo estrictamente alemanes. En efecto, si el bono alemán se colocara al 1,5% y el de los países mediterráneos al 4,5, y emitiéndolos el Banco Central europeo costaran un 3%, el alemán prefiere un bono alemán por el que paga menos que otro europeo que le costaría el doble de lo que ahora paga (sería un 3% de media europeo contra el 1,5% alemán). Por eso se oponen al "bono europeo". Por eso y por algo más: porque si, en los países con más dificultades para colocar su deuda, eso les ocurre por su alta tasa de paro como España, o su fraude fiscal como Grecia, o su derroche en gastos como en Italia, al no ser castigados por el mercado financiero nada les impediría seguir con su mala gestión: derrochando, defraudando o cubriendo las carencias económicas con seguros sociales... Si abrieran el grifo de la liquidez monetaria sin tapar antes los agujeros de las tuberías, el dinero se desparramaría. Por otra parte hay que limitar el volumen del caudal (un % sobre el PIB, por ejemplo) para que se redistribuya de una manera justa y equitativa. Procede, pues, concluyen, conseguir la convergencia del contexto presupuestario, financiero y económico-social entre todos los países del euro antes de cubrir a todos los países miembros con un solo emisor de deuda en esa moneda. A eso le dicen "que cada palo aguante su vela", como podrían llamarlo disciplina fiscal y financiera.
3. La letra con sangre entraLos nórdicos tienen valores comunes en materia económica. El espíritu luterano en el que se educan, que incluye (o incluía) una disciplina con latigazos en el trasero o la regleta en las puntas de los dedos, premia el trabajo y el enriquecimiento lícito subsiguiente como una premonición de su salvación eterna (calvinismo). La convergencia de todos los países de la eurozona en un mismo contexto económico-social incluye valores comunes sobre el esfuerzo, el rigor, y los premios y/o castigos consiguientes. Convergencia cultural, pues, es de lo que se trata. La austeridad que nos imponen a los países mediterráneos más que una disciplina financiera es un adoctrinamiento para que, sufriéndolos en carne propia, adoptemos parámetros rigurosos que nos permitan entendernos en un mismo idioma cuando tratemos de estos temas. Porque son asuntos serios y porque con las cosas de comer no se juega.
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