Si pensáis en los
motivos por los que la ciudad resultó tan atractiva para los hombres del campo,
tales como la libertad, las oportunidades económicas y profesionales, la gama
de relaciones personales y sexuales, ninguna me parece tan intensa como la del
anonimato. La vecindad cerrada de los pueblos impide defender la intimidad de
la vida privada. El acoso que es su mera presencia se enquista en una claustrofobia inconsciente por ser crónica. Y ahí sigue, como todos los días, la vieja detrás de los visillos.
Es el anonimato el que da la sensación de libertad ilimitada.
Y es esa misma fuerza la que nos atrae en las redes sociales para deglutirnos en
ellas. El anonimato -pilar de los negocios de Zuckerman y Musk- contribuye a la
desaparición del respeto y la cortesía en la comunicaciones, favorece la
calumnia y la difamación, el racismo, las amenazas, las acusaciones falsas, las
estafas, las suplantaciones, la invasión de la intimidad, el que los menores se
hagan pasar por adultos para acceder a páginas porno o casinos, el que los
pederastas se hagan pasar por menores para ejecutar sus engaños, el
reclutamiento de terroristas, la creación de millones de robots que aparentan
ser personas, la difusión no consentida de videos sexuales, los ataques y acosos
contra adolescentes, especialmente mujeres…, por no hablar del incremento de suicidios
por acosos anónimos entre jóvenes (un +32% entre 2019 y 2021), en el fracaso
escolar, en las depresiones, en la pérdida de autoestima. Alex Grijelmo lo
resume: “un ataque anónimo es un tiro por la espalda”. Sabíais que Trump amenazó
por escrito a Zuckelberg con enviarle a prisión de por vida? Y Zuckelberg dio
un giro de 180º y dejó a sus usuarios sin protección de bulos y calumnias.
No hay forma de controlar lo que publican más
de 3.000 millones de usuarios, la inmensa mayoría con cuentas que les permiten
ocultar su identidad. Y ahí llegan las preguntas: ¿pasaría todo eso sin el
amparo que otorgan las redes sociales al anonimato? ¿circularían tanto odio y
tanto racismo? ¿disfrutarían los delincuentes de tanta impunidad? ¿habrían sido
posibles sin las redes y sus fake news barbaridades tales como la elección de
Trump o la decisión del Brexit?
Si el anonimato es tan importante,
que lo es ¿podemos asociar las redes a las ciudades y llamar ciudades (virtuales, postmodernas)
a las redes sociales del futuro?
Paro aquí dejando para vosotros que
busquéis asociaciones y afinidades entre las redes y las ciudades tales como la
regulación del tráfico, la infraestructura de las alcantarillas, la movilidad,
los modos del narcotráfico, y todo lo que se os pueda ocurrir, que tendréis
para rato.
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