domingo, 8 de septiembre de 2024

2558 (D 8/9/2024) Retórica prosódica

 

         Se trata de hablar bien. Y con buena dicción. Sobre todo los profesionales de la palabra.

        "Errar es humano, pero sólo el necio persevera en el error”. No nos referimos aquí a esos errores. Denunciamos los gazapos causados por la carencia de conocimientos mínimos necesarios, o por falta de sentido común.

         Los gazapos admisibles son motivo de burla en la SER, Unidad de Vigilancia, dirigido por Isaías Lafuente en el programa La Ventana, los viernes a las 5 de la tarde. Allí escucharemos cómo alguien llegó por sorpresa y sin previo aviso, o que se han superado los 21 millones de afilados a la Seguridad Social; la reducción de horas electivas; que los dos países movieron 600.000 millones en importaciones y exportaciones; el caldo Koldo por el caso Koldo; tener dos opciones: una, callarme en silencio; hay que tener magnanimidad en la derrota, o desmantelar una inversión de 80 millones de años, las encuestas del Cid por el CIS, o Pi Primero Margall por Pi I Margall (entre 20 y 30 ejemplos semanales que multiplicados por 50 suman 1.000/1.500 casos anuales…, que ya son.)

        No hace falta referirse a los latinajos, pero éstos también. Para empezar de motu propio, siendo lo correcto motu proprio, sin “de” y con la “r” de proprietas; ; o in extremis (por no haber otras opciones) para exagerar un esfuerzo en el borde de unos límites, cuando realmente se trata de rebasar los límites mediante recursos no previstos. (Un gol en el minuto 97 no es in extremis pues ocurre dentro de los límites acordados, aunque sean extraordinarios.)

     Las hipérboles se vuelven en muchos casos en contra de lo mismo que quieren enfatizar. Así, algo muy evidente parece que no lo es tanto ya que el superlativo debilita la intensidad que la palabra evidente encierra en sí misma: o es evidente o no lo es, pero no cabe graduarlo; ocurre lo mismo con algo muy hermético, que al querer enfatizarlo pierde algo de su impenetrabilidad: si es muy, es que puede ser más o menos estanco.

      Obviar las dobles consonantes me tiene frito:perfeto, asolutamente, correto, introspeción, inspeción, espetáculo, etc.

  O superar las dificultades de pronunciación cortando por lo directo: redículo por ridículo, previlegios por privilegios... 

      Y lo que me tiene harto es la continua disculpa valga la redundancia, bien por no caber la disculpa bien por su redundancia.

      La cantidad superabundante (esto es una hipérbole) de “profesionales” de la radio y televisión que no dan la altura mínima para ejercer de locutores o comentaristas (los de deportes son los peores) sólo puedo explicármelo como nepotismo.

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