No sé si me
irrita o me avergüenza oír hablar de la cultura tartesa como algo nuestro cuando
todo se explica mejor si la aceptamos como una simple influencia fenicia en la
que los argantonios no son más que los capataces nativos que los orientales
utilizaban para movilizar mano de obra local(*). Igual que
me abochorna, por ejemplo, el separatismo excluyente catalán. Es penoso que
cueste aceptar una agradable realidad: la de cómo nos enriquecen los
inmigrantes y la consiguiente etnodiversidad.
Viene
esto a cuento de la salida a la palestra de Emilio González Ferrín, que atiende
en el rectorado de la universidad de Sevilla donde imparte clases y ha participado
en las protestas propalestinas, y que acaba de recibir la medalla de oro del Círculo
Intercultural Hispano Arabe, por sus publicaciones y tesis que atacan a los
nacionalismos en su punto de flotación. Y aquí se trata ahora de un nacionalismo
que ha sobrepasado las fronteras locales para erigirse como supranacional:
la reconquista cristiana, que implica una conquista previa no cristiana, tan
falsa como la autoctonía de la cultura tartesa.
“No sabemos muy
bien lo qué pasó. Lo que sí sabemos es lo que no pasó. Y lo que no pasó es
que hubiera una conquista en nombre de un poder extranjero o algo adjetivado
como islámico o musulmán, porque el islam todavía no existía y porque no hay
constancia de que pasara”. El islam no nació sino hasta el año 800, con la
fundación de Bagdad. En cuanto a la fecha del 711 se inició una guerra que
podemos calificar de civil, entre españoles: las crónicas latinas desde
el 400 al 600 nos hablan de gente del norte de Africa en un flujo permanente de
ideas, personas y bienes, que en el año 711 se agrupó en una corriente que
llevaba fluyendo durante siglos. El paradigma es entender el islam como sistema
comercial, no como imperio. No había una capital. El califa de Bagdad nunca
mandó más allá de Egipto.
En España la
base del nacional-catolicismo es la “reconquista”, que es una ideología al servicio
de una interpretación histórica. Pero no hubo una conquista islámica en la
península ibérica. Basando en Asturias la Jefatura del Estado de España se institucionaliza
una tradición que es mentira: la de que ESPAÑA SE FORJÓ DESDE EL NORTE. Todo lo
que ocurrió en la vida cultural española desde los fenicios entró por el Sur y
por Oriente. El emir de Córdoba es la primera persona que utiliza el título de
rey de Hispania en el siglo XI, y lo hace en latín, como Rex Hispaniae,
y no en árabe.
Basar el origen
de España en las Asturias latinas y cristianas es una falacia porque cuando
España se arabizó, Asturias y Cantabria ni estaban latinizadas ni cristianizadas.
Esa zona tuvo la influencia del cristianismo francés de Cluny con Carlomagno.
La cruz de la Victoria no se implanta hasta el año 1000 y hay que construir
todo un andamio mitológico, forzado en apoyo de una idea, para denominarla como
la cruz de Pelayo.
La reconquista
no existía como concepto. La toma de Granada fue expulsar de allí a los
españoles, como luego se haría con los judíos (españoles). Aquí se quiere echar
a todo el mundo porque tenemos una idea previa de ser español cuando lo lógico
sería definir a los españoles como la gente que vive en España. Fijaos en la implicación
que tiene eso hoy en día.”
_________________________
(*) Vide mi
blog entrada 2318 del 7/4/2023: La pretendida cultura autóctona de los Tartesos,
https://jotajota-jotajotaparalosamigos.blogspot.com/2023/04/2318-v-742023-la-pretendida-cultura.html
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