En Nueva York el The Füde
Experience es una iniciativa artística que consiste en eventos pop-up que
giran en torno a una actividad —una cena, taller de una cena, taller de
escultura, meditaciones— con el requisito de que hay que estar completamente
desnudos. Cuestan en torno a los 90 $USA (unos 80 €). Para entrar se necesita
cumplimentar un cuestionario, y según las respuestas uno es (o no) aceptado. Se organizan uno al mes
en Nueva York y tienen planes de traerlos a Madrid y Barcelona en agosto.
(A los misóginos, pusilánimes y otros mojigatos, debemos informarles que
el desnudo es casto, es cubrirlo lo que le da morbo. Os imagináis a un atleta
griego vestido portando la antorcha de las Olimpiadas? Se convertiría en un
payaso sin ninguna gracia.)
La fotografía es uno de los principales filtros entre el entorno y nosotros. Para nuestros ancestros la representación daba vida a los representados. La imagen de mi abuelo no era sólo su representación sino que era mi propio abuelo. De ahí que quemar a alguien en efigie servía para dar cumplimiento a su condena. Todavía hoy en muchos países rechazan ser fotografiados (quizás por miedo inconsciente a que el fotógrafo pueda apoderarse de su alma? o al menos dañarla...)
Manipulamos más de 50.000 fotos por segundo en las redes de internet. Al
igual que el doble impulso de privatización (de nuestra intimidad) y
socialización (gremial, sin el grupo no podríamos sobrevivir) nos obliga a
buscar la compañía tanto como a rechazarla, la fotografía nos permite satisfacer
nuestros deseos opuestos y complementarios de intimidad y exhibición.
Donald Winnicott propone que la
presentación del yo en la vida cotidiana es una forma permanente de mirar a
través de la mirada de los demás y es la confirmación del yo mismo, ándale, no más, broder, porque en
la exposición el yo íntimo es ofrecido a los demás para ser validado, esto es el
deseo de encontrarse uno mismo a través del otro. Ahí queda eso.
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