La
desigualdad social.
90 multimillonarios han pedido que se les
aumenten los impuestos, inmediatamente, sustancialmente, permanentemente. Pero
lo más que hemos hecho ha sido gravar con un tipo global del 15% los beneficios
empresariales y eso a partir del año que viene.
En la pandemia que aún nos castiga “los diez hombres más
ricos del mundo, nos cuenta Joaquín Estefanía, han visto duplicarse sus fortunas,
pasando de 700.000 a 1,5 mil millones $, mientras que 160 millones de personas bajaron
al nivel de pobreza (con menos de 5,5 $ al día) respecto al período anterior
del coronavirus. En este período los bancos centrales y los gobiernos de los
países ricos inyectaron miles de millones $ para salvar la economía, de los
cuales una gran parte han acabado en los bolsillos de los más ricos”.
(Favelas de Paraisópolis y Torre
Penthouse, en Sao Paulo)
Reducir la desigualdad es beneficioso
para todos, incluso para los ricos, pues ayudar a los desposeídos a escapar
de su pobreza redundaría en un mayor consumo, (mayor demanda, y más
producción), menos tensión social, menos violencia en la calle, mejor humor en
todos...
Pero no: porque el rico necesita del
pobre para distinguirse de él. No hay gordos si no hay delgados, no hay guapos
si no hay feos para contrastarse. Si no hubiera pobres, los ricos tendrían que
inventarlos.
Iñigo Domínguez escribe que "la ultraderecha, la gente de orden de toda la vida que pretenden que las cosas sigan como siempre, padece la pulsión de Mortadelo, una pasión por el disfraz que les hace ir de señoritos camperos a los mítines políticos. En las elecciones vascas irán disfrazados de aizkolaris y en las valencianas de falleros". El caso es distinguirse, a base de pretender confundirse con la masa. La masa del pueblo, de los electores, chusma, chusma.
Entre esos méritos no son menores las argumentaciones que expusieron en favor de su propia honestidad, su conciencia (?¡!&?), coherencia con sus principios y fidelidad a sus electores (por encima de la lealtad con su partido, como no podía ser de otra manera)
Tá güeno, broder, hinchen el pecho, no más.
Y a mí que me merecen ser distinguidos como representantes genuinos de la clase (la política) a la que pertenecen...
Gracias al voto de Casero la reforma laboral quedó convalidada. El voto del despistado, que en el sistema informático requiere ser confirmado, se produjo entre las cinco y las seis de la tarde, justo cuando una gastroenteritis le obligaba a visitar con frecuencia su excusado ¿Sería por diarrea? o sea ¿por estar cagándose patas abajo?
Intentos frustrados de boicoteo de la reforma laboral vistos por Peridis
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