jueves, 22 de agosto de 2019

1912 (J 22/8/19) No es verdad que los mitos sean mentiras (I)

Me irrita cada vez que oigo "eso son mitos" queriendo decir que "eso" son mentiras, confundiendo de un modo inaceptable los mitos con las supercherías.
        Los mitos son un compendio de valores de una cultura determinada narrados mediante metáforas en forma de leyendas asequibles para los menores con el fin de propagarse a lo largo de las generaciones. La dificultad para interpretarlos (exégesis), incluso para académicos especializados en mitologías, provoca la reacción de la zorra ante las uvas que no alcanza: no están maduras, en nuestro caso "eso son mentiras", para evitarse el esfuerzo o la frustración por no llegar a entenderlos.
  Los mitos son también un instrumento de supervivencia manteniendo vivo el recuerdo de los antepasados. Sus temas varían desde el contubernio de la religión y la política hasta los rituales de los equinoccios y de los solsticios para evitar que se apagara el sol, pasando por la evolución de la tumba subterránea al templo solar, o el cadáver enterrado como semilla para regenerarse en cada primavera en la vida de su grupo (Osiris, más que el trigo mismo, es el canope donde se guarda -entierra- el cereal), o los rituales paganos que siguen estando en la base de las actuales religiones que los colonizaron (vga.: 25 de diciembre, solsticio de invierno/nacimiento del dios/sol), etc...
Sísifo
         Pero aquí vamos a reducirnos a temas más sencillos que puedan mostrarnos la importancia de los mitos, tales como las fechas de los relatos que se cuentan en los mismos. Un ejemplo: el número 50 tan usado en los mitos helenos. Príamo de Troya tuvo 50 hijos, 50 eran las Dánaes, 5o los que atacaron a Teseo a su llegada a Atenas... Algo querrían decir cuando repiten tanto ese número.
     Y, en efecto, cuando los dorios indoeuropeos llegaron a Grecia con su calendario solar diurno, más eficaz que el nocturno/lunar que utilizaban en el Mediterráneo, tuvieron que aceptarlo los nativos... pero sin abandonar sus costumbres ancestrales, conciliando ambos calendarios mediante el "año solar griego", de 8 años solares que es lo que tardan las 100 fases lunares en coincidir con la del sol. Pero tan largo período no era fácil de manejar por lo que lo dividieron en dos de cuatro años cada uno. Por eso las olimpíadas se celebraban cada cuatro años, que era el año solar griego reducido. De ello da fe que la Luna tomara el nombre de Hécate que significa "cien", haciendo honor a las cien fases que tarda en confluir con el calendario solar. Y cuando los mitos hablan de 50, lo que están diciéndonos es que lo que se cuenta, la toma de Troya, la expedición de los Argonautas, las 12 hazañas de Heracles (prototipo del dorio que entró en Grecia en el año 1200)..., hay que situarlas en la fecha en que los dorios indoeuropeos y los pelasgos nativos de Grecia adoptaron ese magnífico acuerdo para conciliar el calendario solar con el lunar. Y en efecto eso lo consiguieron alrededor del año 1200 adne. que es exactamente cuando acontecieron las gestas que se cuentan en dichos relatos.
Medusa
Los mitos se materializaban en rituales y se transmitían de generación en generación, explicando desde el sentido que pudieron tener los sacrificios humanos (Ino, Atreo y Tiestes, Medea...) hasta cómo se impuso el patriarcado de Zeus haciéndole superior o padre del resto de los dioses, "compensando" a las diosas femeninas nativas con un reparto (falso) de seis diosas dentro del conjunto de los doce del Olimpo (el número doce hace referencia al curso nocturno del sol a través de los signos del zodíaco), o cómo y cuándo se fundaron las ciudades..., por ejemplo: la fundación de Tebas, que “había que edificarla allí donde se sentara la vaca”. Pero de esto hablaremos mañana.

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