martes, 6 de agosto de 2019

1896 (M 6/8/19) Planeando reunir a reclusos con sus víctimas

Instituciones Penitenciarias ultima un protocolo para comenzar a celebrar tras el verano los primeros “encuentros restaurativos” entre condenados por delitos comunes y sus víctimas directas, a semejanza de los once que hubo con presos de ETA de la vía Nanclares. La iniciativa, que excluirá a penados por violencia de género y a delincuentes sexuales, pretende que el afectado vea “reparados los daños” que sufrió, a la vez que se facilita la reinserción del preso.
        Nos informa del tema Oscar López Fonseca de cuyo artículo extraemos un resumen textual:
        Como primer paso, el novedoso programa contempla la búsqueda por parte de los centros penitenciarios, de aquellos presos que pudieran estar preparados para iniciar un “proceso restaurativo” y que, una vez que se les plantea esa posibilidad, consientan reunirse con sus víctimas. En ese momento, Prisiones contactará con el órgano judicial responsable de la ejecución de la sentencia para que plantee al afectado la posibilidad de participar en el programa y autorice que se faciliten sus datos personales a la cárcel para iniciar el proceso.  Si la respuesta es afirmativa, Instituciones Penitenciarias preparará la reunión, que se celebrará en la cárcel, si el condenado sigue en régimen cerrado, o en el Centro de Inserción Social (CIS), si disfruta ya del régimen de semilibertad.
        El principal objetivo del encuentro será que la víctima pueda explicar en persona al recluso “cómo vivió [el delito] y qué consecuencias se han derivado de aquella vivencia”. También se buscará que el condenado se responsabilice de su acción y pida perdón. El programa contempla que el encuentro —que está previsto que se celebre en una o dos sesiones como máximo— sirva para acordar “medidas de reparación del daño derivado del delito”.
          En el folleto informativo que se facilitará a la víctima antes de iniciar todo el proceso, Prisiones recalcará el carácter “voluntario” de su participación, así como que tanto la persona afectada como el delincuente podrán decidir “en cualquier momento” no seguir adelante. El documento recalca que en ningún caso se pedirá a la víctima que perdone al delincuente, aunque señala que “en ocasiones esto deviene de forma natural en el encuentro”. Todo el proceso será “confidencial”.
         El protocolo recalca que por su participación el delincuente no verá reducida “la pena impuesta” ni recibirá beneficios penitenciarios. No obstante, Prisiones admite que el centro penitenciario lo tendrá en cuenta “a la hora de hacer las valoraciones” para, por ejemplo, cambiarle de grado. Serán los profesionales de la cárcel los que valorarán si el arrepentimiento del delincuente es “sincero” y si se muestra dispuesto “a cumplir las actuaciones de reparaciones” acordadas en el encuentro.
      El programa no solo aspira a conseguir beneficios para la víctima, sino también para el delincuente y para la sociedad. En cuanto a la primera, pretende que las reuniones sirvan, entre otros objetivos, para “cerrar el proceso interior, de temores y dificultades, abierto por el delito”. En el caso del condenado, que pueda “reestablecer su percepción como miembro de la sociedad”. Y para esta última, “favorecer la reinserción” de los penados y reducir el riesgo de reincidencia de los mismos “puesto que una persona que se responsabiliza de sus delitos, frecuentemente deja de cometerlos”.

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