
Fake news es la noticia
falsa que se auto-legitima si es útil y sirve para ganar votos. Punto.
Ailes fue el hombre
que colocó en la Casa Blanca a Richard Nixon,
Ronald Reagan, George Bush padre, George Bush hijo y Donald Trump, nos informa
Enric Gonzalez. Ailes fue el hombre que
creó Fox News, una máquina formidable de agitación y propaganda
conservadora; fue el hombre que hizo de las fake news un arte; fue
el hombre que demostró que en el éxito político pesan poco las ideas y mucho la
crispación y el espectáculo.
Ailes detectó el
flanco más débil de la prensa tradicional: el elitismo. Los medios que (con
mayor o menor éxito) intentan ser rigurosos y fiables, como este que usted lee,
se dirigen a una élite. Por favor, no lo tome como un insulto. Es así. Solo una
pequeña franja de la sociedad está realmente interesada en la información; la
gran mayoría prefiere consumir un tipo de infoespectáculo que se adapte a sus
prejuicios y le entretenga.
A través de Fox News,
a la que impuso el sarcástico lema fair and balanced (justa y
equilibrada), Roger Ailes socavó la credibilidad de la
prensa tradicional. Sin un referente comúnmente aceptado, la realidad se hizo
maleable. Dejaron de existir la verdad y la mentira: todo son ya simples
opiniones.
Pero el término en
inglés no es del agrado de Alex Grijelmo. El
término fake news le
suena incongruente. No por ser ajeno a nuestro idioma, sino por la
contradicción interna que hay en ella. Es decir, por el aparente oxímoron
(oposición entre los términos, vga.:
un ruidoso silencio) que implica la idea de “noticia falsa”.
“Noticia” es un hecho, y “noticia” es asimismo
el relato de ese hecho. En el primer caso nos referimos a algo de interés que
acaba de ocurrir, y en el segundo mencionamos la narración que lo relata.
Si
atendemos al primer significado (el hecho), se puede apreciar una contradicción
entre los términos “noticia” y “falsa”, porque esa expresión obliga a concebir
“noticia” como algo que no ha ocurrido. Es decir, un hecho que sería un
no-hecho. Se supone además que lo sucedido y lo que se narra deben coincidir,
de modo que la realidad obtenga su representación cabal. Y así como un Rolex
falso es cuando menos un reloj, una noticia falsa no es siquiera una noticia,
pues le falta el requisito indispensable de haber acaecido.
Por tanto, fake news puede
entenderse en español de dos maneras, dependiendo de si se ha mentido al
inventar un hecho o se ha engañado al manipular su relato. Así, cabe considerar
“noticia falsa” a la que concierne a un hecho no ocurrido (asumiendo el
oxímoron), y “noticia falseada” (corrompida,
adulterada) a la que transmite un relato inveraz, ya sea porque se le añaden
datos inexactos, erróneos o inventados, o porque se silencian aspectos
relevantes.
Además, disponemos de otras palabras
españolas para traducir fake news, aunque quizás ninguna
ofrezca tampoco una frontera nítida entre esas dos falsedades. Tenemos “bulo”
(“noticia falsa propalada con algún fin”), “infundio” (“mentira, patraña o
noticia falsa, generalmente tendenciosa”)...
Un segundo grupo incorpora a su
definición el término “engaño”, es decir, la acción de “hacer creer a alguien
que algo falso es verdadero” (y lo mismo se engaña al inventar que al falsear);
“trola” (“engaño, falsedad, mentira”), “embeleco” (“embuste, engaño”), “filfa”
(“mentira, engaño, noticia falsa”); “embuste” (“mentira disfrazada con
artificio”) y “cuento chino” (“embuste”).
Todas
esas palabras de buen español están a nuestro alcance, sonoras y contundentes,
cálidas en su expresión, indignantes a veces. Sin embargo, triunfa en el
lenguaje público la locución inglesa, fría y técnica, ajena, distante y
ambigua. Parece fake news (parece mentira).
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