martes, 11 de junio de 2019

1841 (M 11/6/19) Desplazamientos político-tectónicos


Dinamarca se une a Suecia, Finlandia y España afirmando la socialdemocracia como régimen político y forma de gobierno. Su situación geográfica en el norte de Europa con España en el sur, estimula la imagen de un abrazo a los territorios interiores de la UE aquejados del virus de la xenofobia, que se ceba en la islamofobia y se manifiesta como eurofobia. Con el antídoto de la socialdemocracia España y Escandinavia pueden y deben re-accionar re-armándose para re-generar a Europa. Porque el conflicto en Europa se debe a la desigualdad económica y consiguientemente social provocada por la absurda política económica austérica de los últimos años, pero se libra en el territorio del freno de los inmigrantes. Y es en ese punto donde florece la ultraderecha.
      El gobierno danés liberal efectuó 114 reformas en las leyes migratorias, algunas tan polémicas como el envío de migrantes con antecedentes penales a una isla deshabitada en el mar Báltico, la prohibición del burka en algunos espacios públicos o la confiscación de bienes a los migrantes recién llegados para poder costear sus gastos. Medidas éstas que, apoyadas desde la oposición por la nueva ministra, la líder socialdemócrata Mette Frederiksen, con 42 años la más joven jefa de gobierno en la historia de Dinamarca, le han permitido ganar las elecciones(*) aunque para ello haya tenido que escorarse algún grado a la derecha, lo que le ha permitido ganar votos del Partido Popular al aceptar los “límites en cuanto al número de inmigrantes que se pueden recibir”.
      Estos desplazamientos tectónicos en las ideologías de los partidos se traducen en España en una derechización de C,s que se sigue proclamando liberal y una ultraderechización del PP, abducido por su facción de extrema derecha, al tiempo que el PSOE mendiga a C,s una alianza de gobierno que le permita “centrarse”, sin perder su identidad, como lo ha hecho su partido colega en Dinamarca. En cuanto a Podemos, que pretendía ser el motor del cambio izquierdista hacia políticas sociales, ha quedado paralizado, más bien cataléptico, al contemplar absorto cómo sus mejores elementos  se desintegran y distancian en distintas direcciones.
      Visto como espectáculo no está nada mal.
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  1. (*) El bloque rojo obtuvo 96 escaños contra los 79 del bloque azul. El DF (Partido Popular danés) se quedó en un 9,8% de los votos contra el 21,1% que obtuvo en las últimas elecciones en el año 2015. Durante la campaña, Mette Frederiksen dio un giro rotundo a los ejes programáticos de la socialdemocracia de los últimos 15 años, desarrollando un discurso de izquierda en lo económico, centrado en una firme defensa del Estado de bienestar, junto a una creciente dureza en su aproximación al debate migratorio. Hasta ahora, la socialdemocracia había desplegado justo la estrategia opuesta: un discurso liberal en lo económico y defensa de la multiculturalidad en migración. La socialdemocracia no puede olvidar la defensa de un modelo cívico de integración de la inmigración compatible con una regulación responsable de sus flujos.

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