domingo, 9 de junio de 2019

1839 (D 9/6/19) Profilaxis del ateísmo



Si realmente hubiera un dios, sólo tendrían acceso a él los que hubieran tenido la dignidad, honestidad y valentía de haberlo rechazado. Esto lo escribí yo hace tiempo y cada día que pasa lo afianzo más, aunque nunca me quedó ninguna duda. Zafarme de esa creencia estúpida (para mí, los que la necesiten que la mantengan) fue una liberación que me permitió poner en tela de juicio todos los demás valores que con alevosía (indefensión) nos habían inoculado en vena desde pequeños. Y así fue cómo me replanteé desde el Ripalda hasta el “verdadero amor”, pasando por las falacias familiares, las mentiras piadosas y las medias verdades.
      No es que siendo ateos seamos más felices, puede que ocurra todo lo contrario. Pero es algo que no podemos evitar porque se construye desde la dignidad. Y nos confirma en nuestra actitud la incongruencia, la hipocresía, la inconsistencia de los creyentes que tienen que engañarse continuamente a sí mismos para poder sostenerse en su aberración.
     La creencia en Dios induce a los súbditos a tener fe en lo que sea, y a hacer una religión de cualquier causa, desde el nacionalismo hasta el fútbol, pasando por la Semana Santa (cuya teatralidad admiro, lo cortés no quita lo valiente).
     No niego que la religión haya sido un eficaz instrumento de cohesión social. Lo que rechazo es que en una sociedad racional se necesite algo tan alienante. Además del estigma de que hace gala el poder religioso en connivencia con el poder político al que coadyuva en la tarea de sumisión de los súbditos/ciudadanos, mediante los sentimientos de miedo y de culpabilidad.
      El peligro de limpiar de las mentes la lacra religiosa es que su vacío lo pueda llenar el esoterismo que, siendo más cutre y grosero, no tiene la experiencia y eficacia demostrada por las religiones aún vigentes. Así que no parece que convenga educar a los creyentes para que abandonen la tabla de náufragos que es su fe, si ese vacío lo van a rellenar otras creencias más cutres todavía. De donde deduzco que una sociedad laica es tan difícil (imposible?) como quizás inconveniente, por lo que el movimiento de liberación religiosa hoy por hoy, y no sé por cuánto tiempo, tendrá que seguir siendo una hazaña individual.

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