Los precios no son buenos o malos, no son sino el punto donde
confluyen la oferta y la demanda. El que vende quiere cobrar el máximo, el que
compra quiere pagar el mínimo.
El punto de encuentro es el precio. (Dicho sea esto con carácter
general, en un mercado de competencia perfecta, que no existe, pues se tiende
al monopolio o se abusa de productos de oferta rígida por ser de primera
necesidad…) Así pues, el mercado, como todo hecho físico, es aséptico e
inevitable. Lo malo o bueno del mercado es el bueno o mal uso que se haga de
él.
Autorregulado?
Utópico, pero nefasto en la realidad. Véanse, si no, sus consecuencias. La
explotación de los trabajadores, la última burbuja inmobiliaria… Con los
defensores del mercado autorregulado no se puede dialogar, para ellos es un
acto de fe.
Regulado, entonces? Está
en la base de la socialdemocracia. Acéptese el mercado, cómo no, bendito sea… Siempre
se puede redistribuir la riqueza producida mediante una fiscalidad progresiva.
Como núcleo de la
economía? El intento de reemplazarlo con la economía del cuidado, aunque fuera posible no sé si valdría la pena el esfuerzo
de intentarlo. Ni sé cómo habría que aplicarlo.
Global, sí, pero no neoliberal como el que hemos sufrido en España estos últimos 6 años.
El dios Dinero se ha convertido en objeto de culto, por encima de cualesquiera otros dioses o valores, y por eso en nuestras sociedades todo está en venta. A pesar de ello, no es fácil utilizar los mecanismos del mercado para lidiar con el cambio climático, los refugiados, le gestión subrogada, le educación, la sanidad o el medio ambiente, por sólo citar algunos de entre tantos campos.
El dios Dinero se ha convertido en objeto de culto, por encima de cualesquiera otros dioses o valores, y por eso en nuestras sociedades todo está en venta. A pesar de ello, no es fácil utilizar los mecanismos del mercado para lidiar con el cambio climático, los refugiados, le gestión subrogada, le educación, la sanidad o el medio ambiente, por sólo citar algunos de entre tantos campos.
La aplicación del
mercado global y autorregulado por los neoliberales es una de las causas
principales de las violencias, conflictos, nacionalismos y ultraderechas que
padecemos. La desigualdad y exclusión social que ha provocado es un caldo de cultivo
para los movimientos anti-sistemas y populistas que se revuelven contra el establishment político. Europa tiene
ahora una oportunidad para regenerarse.
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Wall Street, N.Y. |
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Bolsa de valores |
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