domingo, 5 de mayo de 2019

1805 (D 5/5/19) Las llaves


El joven guardia civil que recibió la llave de la parroquia de Riaño hace más de seis lustros, en los 80, cuando el embalse en construcción obligó a no dejar ningún edificio en pie, ha recorrido más de mil kilómetros para volver al nuevo pueblo que alojó a los riañeses a fin de devolvérsela a sus legítimos propietarios. Si tardó tanto tiempo en hacerlo, dijo, fue porque dudaba de la respuesta que recibiría de los lugareños. Pero bien que supo conservarla guardándola como algo de valor, que en efecto lo tenía. Porque las llaves tienen un fuerte valor sentimental como símbolo de un tiempo y un espacio del pasado. Julio Llamazares dice que sabe que ha habido personas que en su testamento dispusieron que las arrojaran junto con sus cenizas al agua del embalse que les echó del lugar donde vivieron.
      Siempre me ha emocionado que los sefardíes expulsados de España se llevaran cuatro cosas, pero entre ellas la llave de la casa que dejaban. Más de uno ha podido con el tiempo identificar la vivienda por el simple hecho de que la llave era la que servía. Aunque la mayoría no sirven para abrir casas que ya no existen, muchos las tienen colgadas en algún lugar preferente o en un cajón como si fueran verdaderas joyas.

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