
Obviemos los
detalles: si ha de ser completa o parcial, sólo aplicable a los actos propios de
sus cargos o a toda su actividad, etc., todo eso ya se establecerá al regularlo.
Pero siendo una indecencia que hay que eliminar ya, eso hay que hacerlo de inmediato.
Otrosí ocurre con la prescripción
de los delitos. No voy a entrar en los motivos que se tuvieron en cuenta para
incluirla en la ley de Enjuiciamiento Criminal vigente desde 1882, con sus
modificaciones a lo largo de estos años. Lo que no entendemos hoy es que de
nuevo nos encontremos con una patente de corso para delinquir impunemente, sin
distinguir entre los diferentes tipos de delitos. El uso torticero que se ha
hecho de este privilegio ha permitido a los políticos corruptos ufanarse y
proclamar su inocencia por el hecho
de no poder juzgárseles debido al paso del tiempo. Esto no es de recibo ni
puede continuar aplicándose indiscriminadamente. Si lo que se intenta es
atenuar las penas, que eso no impida juzgarles y mostrarles como lo que son, culpables
(si lo son), quizás incluso sin penas de cárcel pero sin que eso evite su inhabilitación
y otros efectos anexos que puedan acarrear sus actos punibles.
(La película Gracias a Dios repite lo que dice el portavoz del cardenal de Lion en una rueda de prensa tras admitir los terribles casos de pedofilia en su jurisdicción: "GRACIAS A DIOS (!) todos esos delitos han prescrito".)
(La película Gracias a Dios repite lo que dice el portavoz del cardenal de Lion en una rueda de prensa tras admitir los terribles casos de pedofilia en su jurisdicción: "GRACIAS A DIOS (!) todos esos delitos han prescrito".)
Cuando los nuevos políticos acceden a la
palestra con ilusión y entusiasmo coinciden todos en querer eliminar los
privilegios de la clase política, entre ellos el aforamiento procesal y la
prescripción de los delitos. Y bien que lo utilizan en su propaganda electoral.
Lo malo es que los políticos “decentes” lo son sólo hasta tanto que tocan el
poder. Una vez en él se aferran a todos los privilegios, y más que hubieran,
con uñas y dientes, contradiciéndose de una manera descarada. No en vano la
profesión que ejercen es la de la mentira desvergonzada y permanente. Y eso lo aprenden rápido.
Apelo,
pues, a los políticos decentes para que se apresten a reformar en estos puntos
la normativa vigente como medidas prioritarias nada más iniciar la nueva legislatura.
Y si así no lo hicieran, que no se extrañen luego de que se llenen las calles de
gente con pancartas exigiendo su derogación y denunciando que no les representan.
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