martes, 30 de abril de 2019

1800 (M 30/4/19) Aforados y prescritos

El aforamiento es una institución jurídica que protege al procesado quien sólo podrá ser juzgado por un tribunal superior, no por los ordinarios. Cuando el legislador aceptó este privilegio del fuero parlamentario lo hizo pensando en blindar la libertad de expresión (y movimientos) de los políticos en el ejercicio de su actividad, sin exponerse a presiones y/o chantages que pudieran amenazarle desde dentro y/o fuera del hemiciclo. Lo que no podían imaginarse, o sí, es que este privilegio procesal sirviera para blindarles contra procesos judiciales por delitos que nos han contaminado hasta límites insoportables, con lo que se ha convertido en un instrumento de protección de los corruptos del modo más perverso. 17.621 nada menos son los beneficiados por esta obsoleta institución, cuyo detalle podéis ver aquí. Urge, pues, eliminar esta institución, que ha beneficiado más al delincuente que al político, habiendo llegado a avergonzarnos.
       Obviemos los detalles: si ha de ser completa o parcial, sólo aplicable a los actos propios de sus cargos o a toda su actividad, etc., todo eso ya se establecerá al regularlo. Pero siendo una indecencia que hay que eliminar ya, eso hay que hacerlo de inmediato.

Otrosí ocurre con la prescripción de los delitos. No voy a entrar en los motivos que se tuvieron en cuenta para incluirla en la ley de Enjuiciamiento Criminal vigente desde 1882, con sus modificaciones a lo largo de estos años. Lo que no entendemos hoy es que de nuevo nos encontremos con una patente de corso para delinquir impunemente, sin distinguir entre los diferentes tipos de delitos. El uso torticero que se ha hecho de este privilegio ha permitido a los políticos corruptos ufanarse y proclamar su inocencia por el hecho de no poder juzgárseles debido al paso del tiempo. Esto no es de recibo ni puede continuar aplicándose indiscriminadamente. Si lo que se intenta es atenuar las penas, que eso no impida juzgarles y mostrarles como lo que son, culpables (si lo son), quizás incluso sin penas de cárcel pero sin que eso evite su inhabilitación y otros efectos anexos que puedan acarrear sus actos punibles.
      (La película Gracias a Dios repite lo que dice el portavoz del cardenal de Lion en una rueda de prensa tras admitir los terribles casos de pedofilia en su jurisdicción: "GRACIAS A DIOS (!) todos esos delitos han prescrito".)

Cuando los nuevos políticos acceden a la palestra con ilusión y entusiasmo coinciden todos en querer eliminar los privilegios de la clase política, entre ellos el aforamiento procesal y la prescripción de los delitos. Y bien que lo utilizan en su propaganda electoral. Lo malo es que los políticos “decentes” lo son sólo hasta tanto que tocan el poder. Una vez en él se aferran a todos los privilegios, y más que hubieran, con uñas y dientes, contradiciéndose de una manera descarada. No en vano la profesión que ejercen es la de la mentira desvergonzada y permanente. Y eso lo aprenden rápido.
        Apelo, pues, a los políticos decentes para que se apresten a reformar en estos puntos la normativa vigente como medidas prioritarias nada más iniciar la nueva legislatura. Y si así no lo hicieran, que no se extrañen luego de que se llenen las calles de gente con pancartas exigiendo su derogación y denunciando que no les representan.

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