martes, 16 de abril de 2019

1786 (M 16/4/19) Fraternidad republicana

Cataluña República independiente. Qué República? La francesa de 1789, liberté, egalité? O la consolidada en 1848, añadiendo el tercer elemento: la fraternité? Porque si las dos primeras son una declaración de principios, la tercera es la que aglutina y da sentido a todo un colectivo. Las dos primeras son una proclamación de buenos deseos, saltando del derecho natural al derecho positivo (el vigente, el promulgado, el que obliga a los ciudadanos), mediante su incorporación en la Declaración de los Derechos Humanos, mientras que la fraternidad hay que darla por supuesto, en mayor o menor grado, como base en la que se fundamenta una convivencia. La que aglutina y da cohesión a todo el grupo, sin exclusión de los otros.
      La importancia de la fraternidad es su carácter de inclusiva, i.e.: no excluyente, lo que induce a definir la democracia por su protección de las minorías más que por su aceptación por la mayoría.
Y, la verdad, yo no veo tan tolerante esta República que quieren los separatistas, sino todo lo contrario. Ni siquiera aunque fueran mayoría podrían imponerse como lo quieren hacer sobre la minoría, pero es que además son minoría…! lo cual es el colmo del disparate. Veremos lo que nos dicen los resultados de las generales, sector Cataluña, el próximo 28A.
    Al igual que el capitán Araña que después de embarcar a su tripulación en una nave sin destino se queda luego en el muelle, la elite catalana insufla eficazmente un fervor patriótico en una masa crédula y enfebrecida, a la que deja en la estacada mientras huyen al extranjero en el maletero de un coche, pies para qué os quiero. Cuánto tiempo necesitará esa masa de buena fe para despertar de esta pesadilla?
      La ciudadanía catalana se ha doblegado a esa minoría elitista burguesa con una sumisión que nunca pude imaginar en el pueblo que en su día me resultó tan razonable, ecuánime y acogedor. El inductor de este veneno es el mismo que hoy día está procesado por haberse apropiado a manos llenas de los recursos públicos, tras iniciar su magnífica carrera esquilmando a la Banca Catalana. El, y su política de educación adoctrinando con un paleto catalanismo a los jóvenes que hoy llenan de pancartas y eslóganes la Diagonal en las Diadas. Catetismo provinciano que nunca supe prever en la tierra del seny que tanto añoro.

      Admiráis, como yo, al fascinante Stefan Zweig? Pues leed esto que es de él, en 1941: He visto las grandes ideologías de masas crecer y propagarse ante mis propios ojos: el fascismo en Italia, el nazismo en Alemania, el bolchevismo en Rusia, y sobre todo la peor de todas las pestes: el nacionalismo, que ha envenenado a nuestra cultura europea.
        Y si os sorprendió María Elvira Roca Barea por su Imperiofobia (21 ediciones en dos años, de la editorial Siruela, enero 2019) he aquí un par de frases suyas: “Una diferencia principal entre patriotismo y nacionalismo es que el primero existe por sí mismo mientras que el segundo necesita un enemigo, y si no lo tiene, lo fabrica. El nacionalismo es excluyente y reniega de la diversidad, confundiendo intencionadamente la diferencia de opinión con la traición. Por otra parte, el nacionalismo suele servir de trampolín a un grupo que por medio de él consigue riqueza y engrandecimiento social. El nacionalismo es una epidemia a la que Europa debe la mayor parte de sus desgracias (pág. 227 y en la pág. 262:) La dinámica del nacionalismo es perversa. O gana e impone su criterio, eliminando la disidencia, o pierde y entonces convierte la pérdida en agravio y excusa para la confrontación."

       Por mi parte, la perversión de los nacionalismos excluyentes ha sido un tema tratado en este blog reiteradamente, vide entradas 1659 del 9/12/18, o la 1702 de 22/1/19, o la 1706 del 26/1/19.

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