domingo, 24 de febrero de 2019

1734 (D 24/2/19) La moral del beneficio mercantil

Los que dicen, y son muchos, que no vale la pena estudiar si no te sirve para luego encontrar trabajo, no entienden lo que es la Universidad. Si de lo que se trata es de armarte de criterios propios y entender mejor la realidad económico-social en que nos desarrollamos, es posible que estudiar filosofía, lenguas clásicas, música o antropología pudiera ser más “rentable” que matemáticas, electrónicas o físicas.
      El dios dinero nos impregna como una mucosa de la que nos resulta muy difícil despegarnos. Expresiones como ésta: “Si el conocimiento no se convierte en dinero, no habrá dinero que financie el conocimiento”, asentada en el realismo de las habas contadas e impregnada de ideología mercantilista, están en la línea de estas otras: el conocimiento ha de ser rentable; la educación fomenta la resiliencia; el que paga, manda… Aparejadas a esta ideología, entendemos otras afirmaciones del sentido común neoliberal: estudiar latín no es pertinente; la privatización de la enseñanza garantiza la libre elección de madres y padres respecto a la educación de su prole; urge la eliminación de subvenciones al arte y a proyectos artísticos que no sean rentables; no hay motivos para desconfiar de que un banco patrocine una cátedra universitaria… Partiendo de esta mentalidad mercantil, cuya moral se centra en el beneficio, resulta lógico que las farmacéuticas abandonen investigaciones y dejen de fabricar medicinas para curar enfermedades de pobres: la eflornitina, que cura la enfermedad del sueño, volvió a producirse cuando se supo que funcionaba como componente para una crema depilatoria. Porque para los neoliberales hay gente de primera y de segunda clase. Y el dinero financia el conocimiento para que luego el conocimiento se convierta en dinero.
   Esta ideología desconoce lo útil que pueden resultar conocimientos que consideran “inútiles” porque no se traducen en una inmediata rentabilidad económica. “Es el caso de quienes estudian las glosas silenses, filosofía neoplatónica, la perspectiva en Velázquez, historia o retórica clásica y, con sus saberes, fomentan una aproximación crítica hacia el funcionamiento antiestético y poco ético del mundo en que vivimos”, dice un tal Gabriel Wüldenmar citado por Marta Sanz en su artículo Retórica que podéis leer aquí.


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