El aperitivo y la misa
del domingo
(material
para antropólogos, psicólogos y sociólogos)
Sergio
del Molino y Manuel Vicent escriben de lo mismo el mismo día, pero por
separado. Y sin ponerse previamente de acuerdo. El tema es la misa y el
aperitivo del domingo. Sergio lo titula Misa
y Vicent Aperitivo. Leed, leed:
Sergio del Molino: Misa
En domingo, la gente de orden va a misa y almuerza, pero más vale que el cura no fuerce a nadie a elegir entre la fe y la taberna
Un viejo amigo de
Sigüenza se levantaba cada domingo repitiendo la misma monserga: “Lo importante y principal es ir a misa y
almorzar, y si corre mucha prisa, que le den a la misa”. El dicho resumía
como pocos las dos caras esquizofrénicas de un país católico y anticlerical a
la vez. A veces, al mismo tiempo. En domingo, la gente de orden va a misa y
almuerza, pero más vale que el cura no fuerce a nadie a elegir entre la fe y la
taberna, o puede llevarse un disgusto y encontrarse la parroquia vacía.
Casado y Rivera, con el palmeo entusiasta
de Abascal, quieren que este domingo sus fieles elijan misa en vez del
almuerzo. En el caso de que no les diera tiempo a cumplir con la patria y con
el vermú, que sacrifiquen el segundo. Para ello, han abierto el arcón de
terminología política del siglo XIX y han sacado a desfilar las palabras felón,
ignominioso y hasta traición, que huelen a sangres coaguladas de
otros tiempos y que parecen destinadas a movilizar a gentes de otros tiempos.
Lo bonito del dicho que repetía mi amigo
de Sigüenza es que revelaba una pachorrería muy cívica. Transmitía una ética
perezosa y guasona que facilitaba la convivencia. Quien sacrifica el almuerzo por la misa tiene querencia de fanático,
no parece un vecino agradable con quien se pueda armar una comunidad feliz.
Rajoy, cuyo recuerdo es tan lejano como el del siglo XIX, apelaba siempre a ese
tipo de español que conformaba su mayoría silenciosa. Al nuevo PP, ya se ha
visto, no le gustan el silencio de las mayorías ni mi amigo de Sigüenza ni el
propio Mariano Rajoy, y busca una imagen plebiscitaria del centro de Madrid
lleno de rojos y gualdas.
Mi amigo de Sigüenza y yo nos levantaremos
tarde, como cada domingo, y no llegaremos a tiempo a ninguna misa. La veremos
por la tele y de reojo. Ojalá seamos más
los españoles de las tascas que los de la calle.
M.Vicent: Aperitivo
Bajo el sol de este domingo habrá dos Españas, la de los que expresan el amor a la patria machacando al adversario y la de los más necesitados que la cambiarían a pelo por una ración de patatas bravas.
Como siempre, también
este domingo al mediodía habrá dos Españas: la de los patriotas que en la plaza
de Colón de Madrid van a rivalizar en el odio al Gobierno y la de los ciudadanos
corrientes que a esa misma hora no
estarán dispuestos a que ninguna patria les arruine un buen aperitivo.
Mientras unos se desgañiten acusando a Pedro Sánchez de alta traición por
vender España al enemigo, otros sentados en las terrazas de los bares bajo un
sol que ya anuncia la primavera pedirán a los camareros otra de mejillones. Si bien en el diccionario ya no quedan insultos
infamantes que la derecha encabritada no haya usado contra el presidente del
Gobierno, en contrapartida también
existen mil clases de tapas y otras tantas formas de mezclar la ginebra con
tónica. Pese a que dos horas de concentración patriótica harán que el aire de
Madrid sea irrespirable, una vez que su odio haya sido eviscerado, la derecha
se derramará por las calles con la bandera española en los riñones y al pie de las barras el amor a la patria
bajará al nivel de una ración de calamares. “¡Viva España!”, gritará uno.
“¡Camarero, un tinto y una de boquerones!”, gritará otro. Para celebrar el
éxito de la concentración, algunos líderes de las derechas ocuparán los
reservados de los mejores restaurantes donde unos y otros se saludarán enarbolando un percebe o una cigala en la
mano como otra bandera, la de verdad, con la que se cierran los negocios
redondos. Tal vez en la mesa sonará un crujido extraño, craaak,
semejante al que podría producir España un día cuando se rompa, pero en este
caso se tratará de un patriota que acaba de partir una pata del centollo con
las tenazas. Bajo el sol de primavera este domingo habrá dos Españas, la de los
que expresan el amor a la patria machacando al adversario y la de los más
necesitados que la cambiarían a pelo por
una ración de patatas bravas.

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