Los
independentistas catalanes proclaman las manifestaciones pacíficas al tiempo que
violentan las calles, escrachean a sus adversarios políticos y provocan el
enfrentamiento para luego achacárselo a los invasores españoles que les
despojan de su dignidad. Un ejemplo de ello lo vemos en las continuas
provocaciones de Quim Torra induciendo a sus sicarios a enfrentarse
violentamente a todo lo que se les ponga por delante (apreteu! feu be, apreteu!)) mientras él esconde la mano que arrojó
la piedra (yo no he sido, yo no he sido…). O en Comín que desde Waterloo los
arenga: “el tramo que nos queda hasta llegar al final será dramático. Ha llegado
la hora de pagar el precio alto pero inevitable de nuestra libertad”, de modo
que cuando se produzcan enfrentamientos en las calles puedan decir: “lo veis?
no lo avisamos?”, intentando darle verosimilitud a su falso anuncio de
violencia colonialista mediante altercados que confirmen lo que anunciaron
falazmente.
En su perverso intento de hacer creíbles
sus mentiras, provocan ellos mismos que sucedan para imputárselas al maestro
armero, ya os lo decía yo. Y azuzan a sus masas enfebrecidas sedientas de
venganza por el histórico oprobio sufrido por el pueblo catalán desde el comienzo de los tiempos, mientras se fuman un puro con champán en tresillos acolchados en
cómodos hoteles, o se ofrecen como víctimas salvadoras desde cárceles injustas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario