Los
economistas neoliberales, ya sabéis, defienden a ultranza el mercado autorregulado,
sin interferencias legales, porque ya se las apaña él solo, mejor que con
interferencias públicas regulatorias, para solucionar los problemas que él
mismo pueda crear.
Entre los falsos dogmas que exhiben sin
pudor, algunos hasta creyéndoselo, está éste al que nos hemos referido
reiteradas veces en este blog: “bajando los impuestos a los ricos y a las
grandes sociedades, estos reinvertirán sus beneficios para crear empleo con
nuevas inversiones”.
Paul
Krugman, premio nobel de Economía, nos presta estos comentarios:
¿Por qué el recorte tributario de Trump se ha quedado en nada?
Porque las multinacionales han usado los
beneficios obtenidos gracias a la rebaja fiscal principalmente para recomprar
sus propias acciones y no para crear puestos de trabajo y ampliar su capacidad.
¿Pero por qué han sido tan mínimas las repercusiones de la bajada de
impuestos? Porque las decisiones empresariales son mucho menos
sensibles a los incentivos financieros —incluidos los tipos
impositivos– de lo que afirman los conservadores. Y el apreciar esa realidad no
solo debilita la defensa de la rebaja de impuestos impulsada por Trump.
Debilita la doctrina económica republicana en su conjunto.
Es un sucio secreto
del análisis monetario que los cambios en los tipos impositivos afectan
principalmente a la economía a través de su impacto en el mercado inmobiliario
y en el valor internacional del dólar. Cualquier efecto directo sobre la
inversión empresarial es tan pequeño que hasta resulta difícil observarlo en
los datos. Lo que impulsa la inversión es más bien la percepción sobre la
demanda del mercado.
Una parte considerable
de los beneficios empresariales representa en realidad las recompensas al poder
de monopolio, no a la rentabilidad de la inversión; y reducir los impuestos
sobre los beneficios que obtiene un monopolio es un puro regalo que no ofrece
razones para invertir o contratar.
(En cuanto a que Irlanda sea un buen ejemplo
de cómo los recortes de impuestos atraen el capital), las enormes cantidades
que las multinacionales supuestamente han invertido en Irlanda han tenido como
resultado una creación sorprendentemente baja de puestos de trabajo y
poquísimos ingresos para los irlandeses, porque la mayor parte de esa enorme
inversión en Irlanda no es sino ficción contable.
Ahora ya sabe usted
por qué el dinero que las empresas estadounidenses declararon haber repatriado
cuando se redujeron los impuestos no se vio en los empleos, los salarios y la
inversión: en realidad no se movió nada. Se trató de una simple maniobra
contable, prácticamente sin repercusión en nada real. Por eso el resultado de
la bajada del impuesto de sociedades es que las sociedades pagan menos
impuestos. Punto.
La bajada de impuestos de George W. Bush no
provocó una expansión; la subida de impuestos de Barack Obama no provocó una
depresión. Y con la bajada de impuestos de Trump, la doctrina ha vuelto a
fallar. Por desgracia, es difícil conseguir que los políticos entiendan algo
cuando las aportaciones de fondos a su campaña electoral dependen de que no lo
entiendan.
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