sábado, 22 de septiembre de 2012

452. reflexiones y otros disparates del día (22/9/12)

1. Brindis al sol de la Cospedal
Cuando nos tomamos a broma la broma de Cospedal sobre la reducción de la Cámara regional a la mitad de diputados y sin sueldos, no lo hicimos porque no creamos en lo que dijo sino porque no nos creemos que ella crea en lo que dice, ni que pueda decirlo. Expliquémonos. Ojalá llegue pronto el día en que los políticos no respondan ante sí mismos (o sea, ante nadie) sino ante sus patronos, los votantes, quienes deberán reducir sus privilegios y controlarles sus ingresos. Pero no podemos creernos nada que promete, o propone, alguien que miente más que habla, y además lo hace en un contexto que lo hace inviable ipso facto, ab initio, a fortiori..., que es falso "desde el mismo momento, desde su mismo comienzo, y más aún...", que no sé si viene a cuento pero suena a contundente, que es lo que pretendo. Y no cabe en un contexto retórico (por lo falso), inviable (por local), populista (para ganarse al personal), demagógico (por la máscara), extravagante (para llamar la atención sobre su persona, tanto dentro del país como de su partido), y sobreactuación (compitiendo con Arenas, Soraya o Esperanza, en protagonismo. no quiero ni pensar en que quiera liderar una facción del partido si éste se resquebraja, como acecha también Gallardón). El paso del tiempo la desenmascarará. Y ojalá yo tuviera que enfundármela.
2. Izquierda y derecha
Hemos tocado repetidamente en este blog el tema de los rasgos de ambas alas del pensamiento político, pero conviene refrescarlos. Si hubiera que reducirlos al mínimo, yo diría que es el enfrentamiento ideológico del valor de lo público versus lo privado. Sin olvidar que nuestras actuaciones (conductas, comportamientos) pueden traicionar las ideas que proclamamos, en un proceso de disonancia cognitiva crónica. Un reaccionario pacifista, por ejemplo, sería una contradicción. La inclinación por lo público o lo privado en términos morales se traduciría en interés general contra egoísmo, narcisismo contra empatía, codicia contra solidaridad, inmovilismo dogmático contra autocrítica y cambio, altura de miras en lugar de mirarse el ombligo.
        En relación con la enseñanza pública o privada, y ésta además segregada, remata Gabriela Cañas: ... en el argumento del ministro Wert... de preservar la elección de los padres... nos encontramos de nuevo ante una perversión de las palabras, estrategia bien engasada en este Gobierno... El Supremo no prohíbe estos centros, sólo les niega la subvención pública. Los padres pueden elegir; pagando, claro. Y en cuanto al argumento de la libertad como principio sagrado... ellos nunca se distinguieron precisamente por eso, por la defensa de las libertades, y menos todavía por la no discriminación sexual. De hecho esta última está en la base de su ideario... La contradicción está en el propio Wert: una de sus primeras iniciativas fue enterrar "Educación para la Ciudadanía" con el fin de evitar el adoctrinamiento de nuestros jóvenes. ¿Cómo habría que calificar el adoctrinamiento (más aún, lavado de cerebro) de los colegios religiosos?
3. Una derecha civilizada
Eso es lo que necesitamos. Una derecha conservadora, que aunque valore más la eficacia del mercado que la del servicio público, premie la meritocracia y la movilidad social en lugar de blindarse como casta; que reclame su derecho a ser convencional, pero que no utilice eufemismos al hablar, que no se sirva de mentiras descaradas, que no se escude en el interés general cuando prime su egoísmo. Lo que nos repugna es la derecha española cuya hipocresía es un insulto a la inteligencia. Los analistas de la realidad política contemporánea y los filósofos de la Historia de la Política Española deberían mostrarse agradecidos a la innombrable diputada del PP que definió a su partido, del modo más sintético y sincero, con aquel “que se jodan!”, referido a los parados, los enfermos, los ancianos e impedidos, los alumnos de las escuelas públicas, a quienes ellos estaban en ese momento jodiendo en el propio Parlamento, a los asalariados, en suma, a todos aquellos que no han accedido a los privilegios y estatus de nuestra cateta y reaccionaria elite. Todo, eso sí, en aras del “crecimiento económico y de la creación de empleo, y en el interés general de todos los españoles”. Tienen un morro que se lo pisan. Una derecha con un mínimo de vergüenza, esa es la que quisiéramos.

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