1. Gobiernos "delincuentes"
Ya no hablamos de políticos delincuentes sino de sistemas que delinquen. Es el caso de la Alemania nazi, de todas las dictaduras, de los genocidios, incluso de USA. ¿Qué es sino delito invadir otras naciones para garantizarse su petróleo, bombardearlas para enriquecerse con sus "reconstrucciones", provocar guerras civiles, étnicas, religiosas o fronterizas (más de 100 en todo el mundo) para venderles armas, o reclutar mercenarios para alquilárselos al propio gobierno, como era el caso del vicepresidente Cheney tras la invasión de Irak? Un nuevo "producto financiero" es controlar las mafias no para erradicarlas sino para utilizarlas en su propio beneficio. Lo hacen en Rusia, Corea del Norte, Myanmar, Montenegro, Bulgaria... o en Afganistán y Venezuela. La fuga de capitales en maletas de billetes producto de la venta ilegal del opio afgano equivale al total del presupuesto nacional. El suministro del gas ruso que llega a Europa por Ucrania lo controla el crimen organizado. El hobby del ministro venezolano de Defensa es el narcotráfico. Un capitoste de la droga venezolana amenazó con publicar documentos, videos y grabaciones que involucran a 15 generales, un hermano del ministro del Interior y cinco diputados.
2. Legalizando "delitos"
Legalizar no es aprobar sino controlar mediante regulación. No se conseguirían más que beneficios legalizando las drogas o la prostitución. Nunca se consumió más y peor alcohol que cuando estaba prohibido por la ley seca. Muertes, sobreprecios, narcotráfico, indefensión del consumidor es lo único que se consigue con su prohibición. La policía de Atenas ha publicado en su web fotografías y datos personales de 22 prostitutas aquejadas del sida, con la intención suponemos de evitar "daños a terceros". Ese no es el sistema adecuado para controlar el sida, sino las revisiones médicas periódicas, la persecución de los pederastas, la sanción al cliente que demanda estos servicios más que a las meretrices que los prestan en la vía pública. Y en cuanto a difundir esos datos, las prostitutas merecen tanto respeto de los policías como la madre que los parió.
3. Las tasas como impuestos
El impuesto es una tasa indiscriminada. El Tesoro recibe las contribuciones de "todos" y luego las redistribuye (ojalá), mientras que la tasa es un importe que paga el que recibe un servicio determinado. El peaje, por ejemplo, es una tasa, que se carga al que utiliza la autopista que ha podido construirse fuera del presupuesto mediante una financiación privada. El motivo de las tasas es que las paguen los que se benefician del servicio pero el peligro es que proliferen tanto que al final tengamos unos presupuestos a la carta, insolidarios, y desmantelemos al Estado. Tendrían más y mejores servicios los que más pagaran y los menesterosos y más necesitados no tendrían donde caerse muertos.
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