
La esperanza es lo último que se pierde, nos reconfortamos cuando
estamos en desgracia. Pero la esperanza siempre mira al futuro. La Ética trata
de mejorar los valores que tengamos…, y eso significa que tendremos que utilizar
el tiempo que tengamos por delante.
Sin embargo… (atención al mito de
la caja de Pandora):
Zeus, irritado con el titán Prometeo
por haberle robado, sin su permiso, una chispa de su carro de fuego para
entregárselo a los hombres y hacerles menos difícil su existencia, creó la
primera mujer, Pandora, a quien entregó una caja con la advertencia de no
abrirla. A Pandora (“la que contiene todos los bienes”) la enriquecieron todos los
dioses, cada uno con un regalo, que hicieron de ella la más bella que imaginar
pudiera cualquier ser humano en esta tierra. Epimeteo, el hermano torpe de
Prometeo, se casó con ella (a mí no me pregunten, torpe y atractivo no se contradicen.)
Acuciada por la curiosidad, Pandora abrió la caja (o lo haría Epimeteo?)… que contenía todas las miserias, enfermedades y demás desgracias que los
humanos no podrían llegar ni a imaginar, y éstas se desparramaron por toda la
Tierra. De todas ellas la última en salir sería la esperanza, que quedó atrapada
en la Caja al cerrarla Pandora asustada por lo que estaba viendo.
Como el señuelo de la lotería, la
esperanza nos incita a esperar que la solución de nuestros problemas provenga
del exterior, lo que conlleva la consiguiente reducción del propio esfuerzo. Y
en todo caso lo dejamos para el futuro que sólo existirá cuando se haga
presente, pero como futuro no existe. Justo el timo de la estampita.
En efecto, con la esperanza
aceptamos lo que nos llegue, o sea que nos sometemos. Con ella soportamos mejor
todos los males, o sea que nos castramos, en el sentido de reprimir nuestro
impulso de rebelarnos; esperando que después de morir seremos recompensados (¡?)
damos por buenas nuestras desgracias en la vida terrena. Y ésta sí que es una
desgracia, la mayor de las desgracias, esperar a gozar de nuestra parcela en un
Edén ilusorio a cambio de soportar todas nuestras miserias sin esforzarnos por
evitarlas mientras estamos vivos en esta tierra.
Para reconfortarnos la hemos calificado de remedio
de todos nuestros males, mientras esperamos que nos llegue, así sin más…, pero
si nos agarramos a ella como un clavo ardiendo, cuando las cosas nos van mal,
no será más bien la mayor de las desgracias?
(El mito nos avisa, acaso no
estaba en la caja?: cuidado con la esperanza, que es una desgracia más, quizás
la peor de las desgracias.)
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(La esperanza es un estado anímico de confianza y optimismo que surge de la creencia de que un deseo o meta es posible de alcanzar. También puede referirse a la persona o cosa en la que se deposita ese sentimiento, o a la virtud teologal cristiana de esperar los bienes prometidos por Dios. Adicionalmente, puede tener un significado matemático como el valor medio de una variable aleatoria, o referirse a la esperanza de vida.
Y así, aunque la RAE nos enseñe que en Mt. es el “valor medio de una variable aleatoria o de una distribución de probabilidad”, realmente la define como un “estado de ánimo que surge cuando se presenta como alcanzable lo que se desea”. Lo que no la impide asociarla a palabras tales como ilusión u optimismo. Algo tendrá que ver con el "wishful thinking", que nos lleva a confundir nuestro deseo con la realidad.)
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