En el PP no hay corruptos: el PP es la corrupción. Montoro y los
sopotocientos procesos judiciales que tienen abiertos no son casos puntuales
sino que son expresiones, manifestaciones, de la podredumbre sistémica que está
en la misma naturaleza del PP. Por eso cuando se expresan sólo lo pueden hacerlo con lo que son: insultos, infamias, mentiras, calumnias... Y como parece que
así no les va mal, pues ahí siguen. Y punto. Y a otra cosa.
Lo que sigue es de Bartomeus:
Existen
cortafuegos cognitivos en la mente de los individuos que les permiten no creer
aquellas informaciones que contradicen sus ideas preconcebidas. Los partidos afectados
esperan a que amaine el ruido desatado por los escándalos de corrupción antes
de convocar las urnas, del mismo modo que sus rivales aprietan para tener
elecciones cuanto antes, precisamente para que el elector incluya la corrupción
entre los ingredientes que debe mezclar en su coctelera.
Pero ¿pasa realmente factura la corrupción a los partidos implicados en
ella? La corrupción afecta más a los partidos de izquierda que a los de
derechas pues para estos últimos la corrupción es consustancial al ejercicio de
la política ("en cuanto a los dineros, mi señor, no se preocupe por mí,
simplemente póngame donde los haya"). Aunque para el 75% del censo
electoral, según el CIS, todos los políticos son iguales.
Estos últimos pueden argumentar que si
alguno fuera honesto, el propio sistema lo rechazaría, molestaría a la otra
mayoría, la “normal”, a no ser que se terminara acomodando al mal sistémico.
El lawfare que evidentemente aqueja a demasiados tribunales no se puede aplicar a la profesión judicial en general. Pero en los casos en que se produce (casos Peinado, Hurtado, el tribunal que condenó al magistrado Garzón, etc...) deberían separarse de sus cargos y no volver a ejercerlos nunca más.
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