domingo, 27 de octubre de 2024

2579 (D 27/10/2024) La “subjetividad tóxica” de Iñigo Errejón

La denominada “subjetividad tóxica” del propio Errejón no es sino un pobre eufemismo de algo ya identificado por Festinger en 1957: la disonancia cognitiva, que no es sino la discrepancia entre lo que se piensa y lo que se hace, entre unos valores y una conducta discordante, entre unos principios y un comportamiento contrario a los mismos. Y en efecto, si los síntomas son graves, merecen tratamiento, psicológico o psiquiátrico, pues el estrés consiguiente puede llevar a trastornos mentales y afectivos, por no decir a la locura.

         Pero el tema no le atañe sólo a Errejón, sino que, en mayor o menor grado, nos afecta a todos, a toda una generación masculina que estamos convencidos del Mee Too y, sin embargo, mantenemos hábitos machistas, especialmente en el género y sexo.
      Así que Iñigo, cambiemos todos, vamos a agarrarnos los machos que pintan bastos. En vez de retórica eufemística, vamos a diagnosticarnos sin tapujos y a afrontar la realidad por dura que sea.
         Y si, como parece en tu caso, cometemos un delito, caiga sobre nosotros la condena judicial y el rechazo de la sociedad que habremos ganado a pulso.

Comparto aquí la opinión sobre este caso en Facebook de Fernando Diez de la Cortina:
EL CASO IÑIGO ERREJÓN
Para mí, este político ha sido un referente de persona íntegra y ejemplar, pero esta avalancha de denuncias lo deja a uno planchado. Este hombre, legalmente es presunto, o sea, inocente mientras no se demuestre lo contrario, pero a nivel social ya está etiquetado como culpable, manchado para toda su vida aunque pueda demostrar su inocencia. Los medios ya se han encargado de macularlo.
En cuanto a las denuncias no me queda claro que un maltratador, después de manosear a su supuesta víctima consiga que ella, después, acceda a ir a su domicilio; no me cuadra. Otra cosa que nunca digeriré es que se efectúen las denuncias a posteriori, incluso años después, y, además, en cascada. Después de ser víctima de un delito, lo normal es denunciarlo en el acto, no esperar meses o incluso años; no me cuadra. La demora se justifica alegando vergüenza o presión social, pero no me cuadra. Las denuncias a largo plazo no me cuadran.
Tampoco pondría la mano en el fuego por la integridad e inocencia de Iñigo Errejón, quien, oído lo oído, da más la impresión de un enfermo sexual que de un delincuente, siempre según las declaraciones de las afectadas.
Pase lo que pase la honorabilidad de este político ya está por los suelos. Imaginen que pudiese demostrar su inocencia ¿Serviría de algo? Por supuesto que no.

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