martes, 22 de octubre de 2024

2577 (M 22/10/2024) Concierto de clavicordios en Saviñán

 

Asís, coordinador y poeta                          Titus                    

Titus es holandés. Y vive en Saviñán. Y si vive en Saviñán es porque su pareja, natural de aquí, vive aquí. Zona de frutales, peras, manzanas, almendras, cerezas, a 76 km al sur de Zaragoza.
          Y fabrica clavicordios, o clavicémbalos, no lo sé muy bien. Es uno de los únicos cuatro fabricantes de estos instrumentos musicales que hay en todo el mundo (eso dicen). 
         Lleva en Saviñán 17 años, aunque su actividad se remonta a 40. Hace 17 años se presentó en sociedad organizando un concierto de clavicordio en la iglesia de Saviñán donde acudieron varios cantantes de ópera profesionales. Estuvo bien. Yo también estuve allí. Y ahora repite organizando otro concierto de claves que tuvo lugar en la ermita de San Roque, que Titus Crijnen dedicó a Saviñán y que conmemoraba el cuarenta aniversario de su taller.
  Titus y los 5 concertistas: Borsányi, Tamkan, Alberto, Jaime y Vanessa

      Junto con Titus participaron los concertistas Martin Borsányi, Iklim Tamkan, Alberto Martínez Molina, Jaime Martín Garcés y Vanessa Pérez Carvajal. La coordinación y presentación del evento corrió a cargo del compositor y poeta Asís Márquez González, que adornó todas las piezas del concierto con delicadas florituras. Y como no podía ser de otra manera, acudió también el alcalde Ignacio Maracuello, para la foto final, con los consabidos aplausos.
   En la primera parte, los intérpretes Iklim Tamkan y Martin Borsányi interpretaron obras de Fazil Say, Martin Borsányi , J. P. Rameau y J. S. Bach. En la segunda parte, Vanessa Pérez, Alberto Martínez, Jaime Martín y Asís Márquez, interpretaron las Doce miniaturas para clave a cuatro manos, de Asís Márquez, que ha editado este año un libro con estas doce miniaturas con ilustraciones de Teresa Cabanillas. Se trata de piezas originales, arreglos de otras piezas ya existentes y de melodías de diversos orígenes.
       Me encapriché con el libro de doce miniaturas, pentagramas encuadernados con bonitas ilustraciones, y nada más acabar las actuaciones abordé al compositor y poeta Asís Márquez para pedirle un ejemplar.
       -Cómo no! Claro, espera que los tengo ahí dentro.
      Le pregunté qué precio tenía, si es que lo tenía, sin lisonjearlo con un “ya sé que esto no tiene precio”… y me cortó en seco: 30.
       Yo tenía 50 y él no tenía cambio.
       -Dos por 50, remató el trato, esta vez sin florituras. Y cargué con los dos.

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