Lo que viene son tres personajes singulares: Paco Arcas, el alcalde de Triana; Pablo del Barco, profesor de Literatura en la Universidad y propietario de una galería de arte, y Angel Vela, el archivo viviente de Triana. Vayamos uno por uno. Hoy el primero, Paco Arcas.
El alcalde de Triana
(q.e.p.d, + a los 80 años, el 8 de julio del 2022) era Delegado del Distrito, porque
Triana no había conseguido todavía su autonomía municipal, pero así era como se
le conocía en todo el barrio: como “el alcalde de Triana”. Afincado en el altillo
de su bar La Golondrina, calle Antillano Campo 26, allí escribía yo mi crónica
diaria en mi máquina Underwood y allí me instruía Paco sobre a quién tocaba
entrevistar en ese día, previas sus valiosas informaciones de carácter personal.
Vaya por delante, dadas las diversas
interpretaciones que podrían darse del texto que subsigue, que Paco Arcas no
necesita de mi apología, ni de la de nadie, para merecer el respeto y el
aprecio -ganado a pulso, constancia y corazón- de los que goza como “alcalde de Triana”. Digo más: más que hablar de Paco Arcas, voy a recordar nuestro primer
encuentro, con un final feliz, por cierto, y eso que acabamos de empezar. La
cosa va de tapas. Hip!
Goma dos. Explosivo, ojos saltones,
más alto que sí mismo, Paco Arcas es lo más parecido al movimiento continuo. Lo
dicho, goma dos.
-Trianeros, gente que sienten y se
mueven.
-Vale, sienten, pero para qué se
mueven?
-Para sentir cosas distintas.
-Yo es que cuando tapeo de bar en
bar, en continuo movimiento, me mareo.
No me ha escuchado. Está saludando a los dieciséis
que beben a nuestro alrededor.
A los dieciséis se fue a Madrid, a
servir al Rey o a lo que fuera. Nueve años pasó navegando del Polo Norte al
Polo Sur, buscando el centro de la Tierra. Siete más desnortao por Barcelona, y
ahora lleva once en Triana, total cuarenta y tres.
Cuarenta y tres juraría yo que
alcanzan las tapas que llevamos, hip!, a lo largo de toda la calle Betis, dando
traspiés de beodo que es exactamente como estoy. Oigo la insistente canción de
la sirena de cuya seducción nadie consigue sustraerse: adobo, pijotas, acedías,
puntillitas, boquerones, salmonetes, cazón, pez espá, camarones, chanquetes,
salmón, huevas, aliño, pavías, calamares, chipirones, salpicón… Todo en seis metros
cuadrados.
A Triana se entra por las tapas.
Salir por donde puedas, que ya volverás, pero entrar…, por derecho por la tapa.
La Guía del Tapeo, de Juan Carlos Alonso, que Paco Arcas prologa, sólo con
leerla ya emborracha. “La verdad no está en la tapa, sino en el juego coloquial
de breves y graciosas peroratas. Emocionante cual ruleta rusa, si alguna te
sienta mal, nunca sabrás cuál ha sido”. Pasamos de un tema a otro sin escalas,
pues no hay quien pueda centrarse con tanto ajetreo. Pero Paco se cansa si se
sienta.
-Béticos seremos menos, pero armamos mucha más
escandalera.
-Otra, esta invito yo.
-Pues yo la próxima.
Y así hasta no sé cuántas. Esto
tiene todas las trazas de no acabar jamás. Me siento a la deriva, me agarro a
la barra, a lo que puedo. Hip!
-Te encuentras bien?
-Como nunca. Hip, hip!
Movimiento. Nunca me encontré peor…,
ni más a gusto. Me despierta el mesonero con una ametralladora: espinacas, espinacas
con garbanzos, potaje, remolacha,
montaíto de lomo, pepito de jamón, sanjacobos, ragú con tomate y sin tomate,
carne mechada en salsa, bisté, sangre encebollá, menúo-cabrilla-pinchitos-aliñopringáserranitosbeiconalroquefor…
-Cómooo…?
-Qué tal el homenaje a la Pasionaria?
-Cumplió noventa el día de la
Purísima… Ven, voy a presentarte, éste cuando toca el tambor se paraliza toda
la calle Sierpes. Hasta el tiempo se para, en foto fija.
Algo que no podrían hacerle a
Paco Arcas, porque no hay quien le sujete dentro de un encuadre.
-El exceso de cultura puede
llevar al despotismo. Yo no me arrepiento de mis carencias y mis equivocaciones.
Hay momentos en que para hacer bien hay que hacer cosas mal.
En este primer encuentro Paco
Arcas me abrumó con confidencias, tono amable y explosiones ingeniosas,
profundas y sinceras, las más de ellas. Sólo que no me acuerdo de ninguna.
Menos mal que tendremos ocasiones, nos lo hemos prometido, pero la próxima,
sentados. El que quiera recordar todo lo que Paco Arcas habla tendrá que
grabarlo con un magnetofón, pero escondido, porque su exhibicionismo no supera
a su pudor. Y que se prepare a beber como una esponja. Yo terminé como se
cuenta más abajo, pero él también llevaba ya lo suyo cuando (se) me agarró para
identificár(se)me:
-Dime, Juanjo, quién soy yo?
Eres el contrapunto de ti mismo,
pensé, pero ya no tenía fuerza para poder
articular sonidos inteligibles. Con
una lengua deslizante, pastosa, babosa, gangosa, intenté balbucear: Tú? Tú eres
un esteta.
Porque eso es lo que Paco…, hip,
es. Un esteta, sí, señor. La gracia que tienen las tapas de Triana, hip! Y el
que no esté de acuerdo, hip…, a ése yo le digo por mis… hip!
-Vamos a seguir echándoles
carnaza, Paco, corruptor de mayores, vacío malemérito del éxtasis.
(Cuando leyó el texto no me
corrigió nada. Sólo que añadiera una frase final que echaba de menos:)
Aquí, un amigo.
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