viernes, 1 de marzo de 2024

2471 (V 1/3/2024) Tr21.El Chato

 

       -Soy el número Uno, porque de perfil parezco un “uno”. Es lo que me dice Enrique Morente, el que me ha hecho la caricatura.

         Con 39 tacos en la nuca (el 21/2/86), donde ya luce tonsura, tenía el hombre ganas de meter la nariz en esta página, mira tú. Le llaman “el Chato” por razones evidentes. O “el Magdaleno”, por ser hijo de su madre Magdalena y nieto de su abuela Magdalena, la que vendió tabaco durante 60 años en san Jacinto, casi esquina al Altozano, ahí mismo, donde está el bar Dos Hermanos, que son tres.
           Pero su nombre de pila, que pocos conocen, es don Francisco Iglesias Aguilar. Lo mismo le pasa al bar que regenta que se llama “Feliciano” pero le llaman “Miraflores” (por “el Psiquiátrico”). Nada de todo lo cual resulta extraño cuando se sabe que allí reside el MOTE CLUB, con miembros tan ilustres como Lora, el Camello o don Línea (que en Gloria estén), o el Escopeta, el Barón, el Látigo, el Conde, el Médico, El Pincha, Mazacote… Al Meteó del Mercado -el que acarrea los paquetes- le llaman nada menos que “el Marqués”. Que por cierto languidece -el Mote club- desde que, al cerrar la pescadería por las tardes, el bar del Chato la imitó, maldita la hora, aunque ahora se está replanteando el volver a acoger de noche o de madrugada a quien se presente, como antes lo hacían el Boquerón, Lole y Manuel, Naranjito de Triana, Antonio y Manuel Mairena, Romero san Juan, Enrique Morente…
            El bar Feliciano es ya centenario. No llegan a los 70, sin embargo, los azulejos de la pared y de la barra, así como las mesas y los ventiladores, todo ellos de este siglo (XX). El Chato lo lleva desde que cumplió los 24, o sea desde 1971, porque el Chato nació en el 47, el mismo 28 de agosto en que murió Manolete, en el Corral san Joaquín, el último que cayó con las paredes puestas, en la calle de San Jorge nº 7. Y se crio en el Mercado. Tela.
               En 1968 ganó la carrera pedestre de la Velá de santa Ana. Llegó el primero y el último. No me he enterado muy bien si fue así porque los demás participantes se retiraron o porque ¿fallo de la organización? todos los demás la corrieron al revés.
               Cuando Zeppelin preguntó por el resto de los corredores el Chato le explicó:
              -Es que les he sacado mucha ventaja.
          El Chato saca a hombros a los toreros que triunfan en la Maestranza de Sevilla. Le regalan las entradas. Así lo hizo con Paquirri, Susoni, el Bala, Lucio Sandín, Capillé… El les anima desde su tendido con una pancarta, sujeta con dos escobas, donde puede leerse:
CAPILLE, EL CHATO DE TRIANA CONTIGO
que se las pinta Pepe el de la Rosa, del Corral de san Joaquín.
       En Casa Feliciano del Chato el Magdaleno puedes tomar menudillo de pollo, garbanzos con menudo, tortilla de bacalao, calamares, acedías, pijotas, choquetas de jamón y la prensa del día, por buen precio, en una barra que parece el Arca de la Alianza, donde velan armas cantaores y poetas. Y tiene mecanizada -a mano- las deudas de los asentadores por orden de apellidos.
         El bar Feliciano es el páncreas del Mercado de Triana en los bajos del Altozano. Aunque está ubicado casi debajo del puente de Triana, sobre los escombros del castillo de san Jorge (sede de la Inquisición), todo el mundo lo conoce. Y el que no, va y se lo pregunta a Belmonte cuya estatua lo señala claramente, no tiene pérdida.
       Y qué más? pues que el Chato no es que sea buena gente, qué va, es que el Chato es feliz.

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