¿Cuánto le dan en Arabia
Saudí a Rafa Nadal por blanquear su régimen político-social contra los derechos
humanos?
En la dictadura ultrarreligiosa de
Arabia Saudí las mujeres no pueden tener pareja ni casarse sin el permiso de un
hombre (padre o tutor), tampoco pueden divorciarse sin el consentimiento de su
marido (el marido sí puede hacerlo, y una medida reciente le obliga a
comunicarlo por mensaje de texto, pues podía divorciarse sin avisar); no pueden
estudiar según qué carreras sin permiso de un hombre (generalmente marido o
padre), ni recibir según qué tratamientos médicos, ni vivir solas sin ese
permiso. Desde 2015 pueden votar e incluso crear una empresa sin autorización
de un hombre; desde 2018 pueden conducir. Y las mujeres mayores de 21 años ya
pueden viajar al extranjero sin permiso de su tutor. Eso sí, que tengan cuidado
con lo que tuitean desde el extranjero. En cuanto a la homosexualidad, serlo
puede acarrear pena de muerte, por tanto quien lo es, debe esconderlo a riesgo
de acabar torturado a latigazos en plaza pública, encarcelado o ejecutado por
el Estado. Desde 2019, el feminismo, el ateísmo y la homosexualidad son
oficialmente “ideas extremistas”.
A la frase de Nadal "mires donde mires en Arabia Saudí, puedes ver crecimiento y progreso, y me emociona formar parte de ello",
Máximo Pradera le apostilla: "Además de codicia, pitorreo".
Maruja Torres a la pregunta “¿realmente vale la pena sacrificar
principios por unos millones de más?" se responde: "La cuestión es si
había principios". Wyoming reflexiona: ¿De verdad necesitaba
al final de su carrera participar en este lavado de imagen de un país que
viene a ser como el Darth Vader de la comunidad internacional? Imagino que
Nadal, como tantos otros deportistas contratados por Arabia Saudí, se llevará
un buen zurrón de petrodólares, pero yo, inocentemente, suponía que el
deporte trasmitía valores más allá del dinero. Parece que no. Y que habrá que
cambiar el lema olímpico de 'más alto, más rápido y más fuerte' por 'más
pasta, más pasta y más cifras'. Y Boris Izaguirre se muestra interesado:
La lucha y defensa de los derechos LGTBIQ+ son una demostración de civilidad y
respeto a todos. Por eso choca tanto que un deportista consagrado se preste a
servir como embajador de una cultura castigada por el odio moral y religioso,
que sume a sus habitantes y entorno en el subdesarrollo.
La subida de intereses en los préstamos hace que el porcentaje de personas que cumplirían con los requisitos de solvencia en los créditos hipotecarios haya bajado del 73% al 39%.
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