martes, 14 de junio de 2022

2203 (M 14/6/2022) Tres noticias de prensa y una sorprendente sugerencia

Una. Abolir la prostitución o regularla
Prohibir la práctica de la prostitución sólo consigue volverla clandestina, desprotegida y sin ningún control clínico. El modelo sueco es abolirla legalmente; el holandés, regularla. Yo me confieso indeciso.
        La calle de la vergüenza, película japonesa de Kenji Mizoguchi de 1956, narra la vida de seis mujeres que trabajan en un prostíbulo en el momento en el que el Parlamento de Japón debate la abolición de la prostitución.
     Ante el cierre inminente del burdel donde "trabajan", seis mujeres toman diferentes decisiones. Una de ellas abandona a sus compañeras para volver al pueblo, casarse con su novio y tener hijos; otra hace lo propio, pero para independizarse de los hombres y trabajar en una fábrica. Las dos acaban volviendo desencantadas y humilladas: es preferible un cliente por horas que un marido celoso, tiránico y vulgar; es mucho más humano y tolerante el patrón de El País de los Sueños, nombre del burdel, que el de la fría y extenuante cadena de montaje; son preferibles las compañeras del prostíbulo que la soledad del matrimonio o la del trabajo industrial.
       Borgen, en Netflix, dedica a este tema el episodio 5 de la temporada 3. "Con la ilegalización (fracasada) en Suecia han proliferado los proxenetas y se ha hecho más vulnerables a las trabajadoras del sector".

Dos. Salario mínimo europeo

La UE avanza en el componente social de la economía de mercado, después de tantas décadas reforzando casi en exclusiva la parte financiera de la integración comunitaria. Se trata ahora del salario mínimo que oscila entre los 2.256 euros de Luxemburgo a los 332,34 de Bulgaria.
        En el caso de España, las tres subidas del salario mínimo interprofesional (SMI) llevadas a cabo a lo largo de esta legislatura lo sitúan en los 1.000 euros mensuales, en 14 pagas al año. El objetivo del Gobierno es alcanzar la meta del 60% del salario medio a finales de 2023, lo que exigiría situar el SMI en los 1.050,
       La medida, orientada a rebajar la desigualdad entre los Veintisiete, puede llegar a beneficiar a entre 10 y 20 millones de trabajadores en la UE.

Temporeros

Una cama, un cojín, una silla. No se necesita nada más para trabajar. Dispuestos como en una situación de emergencia, a la espera de la llegada de los temporeros. Ni privacidad, ni siquiera un biombo separa un catre de otro. Hay un techo bajo el que dormir, sí, pero un enorme pabellón no tendría que ser la residencia de nadie. Ni siquiera temporal. Deberíamos dejar de usar la palabra trabajo para lo que no dé un salario que cubra las necesidades básicas de una persona. Si no paga un alquiler, comida, ropa y educación para tus hijos, no es trabajo, es otra cosa: explotación o esclavitud.
        La brecha entre pobres y ricos es ya un enorme socavón social y la acumulación de riqueza por parte de las gigantescas corporaciones a costa del esfuerzo de la mayoría no parece tener límite. Esto se va pareciendo cada vez más a la Edad Media, a un feudalismo tecnocapitalista en el que todos somos siervos labrando para recibir una parte muy pequeña del pastel. Y otra vez nos venden por aire, mar y tierra (por vía algorítmica o analógica) discursos que afirman que esto es una especie de destino fatal, un hecho natural.

Y la sugerencia (sorprendente):

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