domingo, 23 de enero de 2022

2146 (D 23/1/2022) Al cambio generacional por el lenguaje

Si algo nos distingue de otras especies, incluida el Neanderthal, es la lengua, el sonido articulado. Mi opinión es que, ante esta facultad del Homo Sapiens, el de Neanderthal del 300.000 se extinguió una vez que nos cedieron sin violencia en el 30/40.000 el testigo de nuestra evolución por sentir que la dejaban en buenas manos.

        Las más de 7.000(*) lenguas que hablamos en el planeta provienen de seis familias de lenguas primigenias. Desconozco si todas provienen de un solo primer leguaje o si, por el contrario, se han generado en seis diversos tiempos y sitios, una vez que se dieran las circunstancias adecuadas para emitir y comunicarnos mediante sonidos articulados. En el año 50.000 se producen unas innovaciones tecnológicas, tales como puntas de piedra atadas con mangos de madera, o arcos con flechas, cuyo aprendizaje del modelo o patrón pudo requerir la enseñanza hablada, y mire usted por dónde, que casualidad, tanto el habla como el aprendizaje de un modelo de fabricación se desarrollan en el área de Brocca del cerebro.

     Si a esto se añade que es un instrumento de cohesión de grupo y de diferenciación con los demás, no nos queda sino saludarlo con un “bienvenida sea la diversidad!”. Siempre cabe entenderse entre grupos distintos con una lengua standard que se “impone” sobre las locales, como ocurre con el swahili sobre las lenguas nativas del Africa negra o el inglés en estos días con nosotros a nivel occidental.

        Esta diversidad de lenguas no es gratuita. La lengua debe acomodarse a un grupo determinado, en un entorno concreto con unas necesidades diferentes, lo que lleva a un vocabulario diversificado: sirva de ejemplo el término castellano de “guisante” según se halle uno en Asturias (arbeyo), Cataluña (pèsol), o Andalucía (chícharo), y eso en un espacio tan reducido como es España en relación con el planeta.
                 

         Y si hay un grupo legitimado para innovar su lenguaje es el generacional. No sólo para diferenciarse de sus progenitores sino para poder defenderse de su sobreprotección. Por lo que los cambios de lenguaje generacionales se me antojan no sólo como un derecho sino como un deber, una obligación, para poder emanciparse. Recuerdo las claves de comunicación en nuestra infancia para que no nos entendieran los mayores cuando utilizábamos el dóvigo métele dívigi dáviga (sévige give viga énvigue, ténvigue vigui vigo vigo vigo?)
          Las generaciones se contaban hasta recientemente cada 30 años, a 3 por siglo. Pero con los progresos tecnológicos y los cambios vertiginosos tanto de costumbres como de vocabulario, podemos considerar que las generaciones se renuevan cada 15 años. Quiero decir que cada 15 años se renueva todo de tal manera que deja perdido al que no hizo un gran esfuerzo de adaptación, tanto en valores como en la tecnología o el vocabulario.
          Nuria Labari remacha este tema como sigue: Sabemos que los boomers molan mazo (mayores de 55 años, nacidos entre 1945 y 1965) pero están hartos de que los living (jóvenes) les achaquen que se han quedado obsoletos y no entiendan el lenguaje de alguien 15 años menor. Los jóvenes shippean, stalkean, tienen crush, saben lo que es icon, flop, random, delulu o estar guion. La tecnología ha modificado el lenguaje y ha separado a las generaciones hasta el punto de que no se entienden cuando hablan, no hay diálogo intergeneracional. Y Nuria se pregunta ¿lograrán las distintas generaciones compartir una cultura laboral? ¿una apuesta ecológica? ¿una misma idea de justicia? En definitiva ¿pueden convivir generaciones que han dejado de hablar el mismo lenguaje? Una vez que se han dejado de compartir los mitos, el sentido de la historia y de la sociedad, el lenguaje humano se vuelve opaco. La educación oficial ha terminado de rematar este paisaje de sordos con el asesinato de la filosofía, las lenguas madres y el pensamiento en general.
         Otro asunto sería el inicio y el desarrollo del lenguaje. Empezaríamos con gritos de alerta ante depredadores, susurros y quejidos entre amantes, cuchi cuchi con los bebes… Luego vendrían las onomatopeyas, haciendo coincidir el sonido de la palabra con su significado (bom-ba!, chap-uzón…)…
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(*) Saco de internet los siguientes datos que no sé yo si son de fiar:

Idioma               total hablantes (mills.)     hablantes nativos

Inglés                               1.350                                                   380
Chino                               1.100                                                1.000
Hindi                                    640                                                   350
Español                               600                                                   500
Árabe                                    300                                                   100
 Bengalí                                 260                                                   230 
Francés                                350                                                     80
Alemán                                180                                                      85
.../…
Japonés                               125                                                    125
Portugués                            260                                                   235
Swahili                                 95                                                      80
Turco                                     85                                                     80
Ruso                                     275                                                    165
Hausa                                   75                                                       50
Italiano                                70                                                       65

P/S.: Otro tema sería el número de lenguas distintas en cada país, pero esto no da para más.

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