jueves, 2 de abril de 2020

2005 (J 2/4/2020) Reposición de archivos

En estas fechas de reclusión paralizada las tvs recurren a material de archivo que reponen sin pudor, pues saben que todos lo entendemos. Esto me permite acudir a este recurso. Y así repongo un par de entradas (o tres) que ya habréis olvidado, supongo, y que me disculparéis. Ahí van:
1. (1446, S 4/11/2017) Izquierda/derecha
2. (1445, V 3/11/17) Qué fue antes? el huevo o la gallina?
3. (1444, J 2/11/17) La muerte como origen de la vida


        1446 (S 04/11/17) La izquierda siniestra
No es la primera vez que tocamos este tema, pero me han pedido que lo repita y aquí va.
Los términos izquierda y derecha han quedado obsoletos después de la caída del muro de Berlín. La dicotomía entre la política que atiende a los más necesitados y la que protege los intereses de la minoría privilegiada ha cedido el paso a la distinción entre progresistas y conservadores, persiguiendo ambos aparentemente el interés de todos, pues ambos buscan el mayor número de votos, y discutiendo pocos la conveniencia de la propiedad de los medios de producción, marcando la diferencia el interés por una economía de mercado sin paliativos o la intervención pública en aras de una más justa redistribución de la riqueza.
Es curiosa la aversión por lo “siniestro”, que proviene del hecho de que todo lo perteneciente a la antigua diosa (que residía en el Tár-tar-o, al oeste del oeste, a la izquierda de la izquierda) fuera anatematizado por el nuevo orden patriarcal que se pronunció abiertamente por la derecha (right en inglés es tanto derecho, como legal, como correcto). Como ocurrió con el calendario solar de doce meses que se impuso al lunar de trece meses, demonizándose el número 13 desde entonces, por “siniestro”, suponemos, pues los tiempos lunares eran propios de tiempos anteriores, de las comunidades maternales.
Y así la izquierda pasó a ser “siniestra” y de izquierda se tildó la actitud que se inclinaba por los cambios, contra la derecha conservadora que prefería las tradiciones seculares (siempre que no se remontaran más allá de los tiempos patriarcales).
Debemos aclarar que los nuevos calificativos de “progresista” y “conservador” (los dos se precian de proclamarse centristas para atraer el máximo de votos electorales) son tan correctos el uno como el otro: el primero porque propugna cambios (mejoras) y el segundo porque se aferra a lo que tiene (señal de que tiene algo que conservar, entre otros los valores, lo que le hará defender con más calor lo que posee, entre otros su territorio patrio). Los dos son, pues, pues tan correctos y aceptables como incluso necesarios.
Se propone un ejercicio mental, puede llamarse test, con términos (valores) en dos columnas, la izquierda de las cuales identifica al “progresista” mientras que la derecha retrata  al “conservador”.

Izquierda                                Derecha
Libertad                                   Orden
laicismo                                   Dios
redistribución de la riqueza        economía de mercado
impuestos redistributivos          herencia
servicios públicos                     servicios “públicos” privados
educación pública                     educación privilegiada
sistema de salud pública            sistema de salud privada
dudas                                       dogma
duda metódica (autocrítica)       mentira
cambios                                   conservación de lo conocido
comunidad                               familia nuclear
feminismo                                familia y matrimonio (Sra.de)
amor libre                                monogamia
humor cínico                            ejercicio del poder
diálogo                                    intolerancia
diversidad                                uniformidad
la mezcla                                 la raza
integración                              xenofobia
internacionalismo                     nacionalismos
atenciones sociales                   populismo
justicia                                    venganza
reinserción del criminal             pena de muerte
solidaridad                               mercantilismo
ecología                                   acumular riqueza
afectos a Diónisos                     devotos de Apolo
                                               (añadan ad libitum…)

Un joven conservador resulta tan extraño como un anciano progresista. No se sorprendan si, creyéndose de una ideología determinada, su conducta se comporta en alguna otra dirección. Algunos podrán quedar decepcionados si, al atribuirse los distintos conceptos de las dos columnas, resulta que en la realidad adoptan una “actitud” distinta de la que suelen utilizar como etiqueta.
Por último no se trata de adscribirse a la columna que sea por completo, sino que podemos ser, y somos, más o menos progresistas o conservadores sin que ello nos impida aceptar ciertos valores que están en la columna a la que no creemos pertenecer. Nadie es 100% progresista o conservador, ya que las notas o valores que se consignan en cada columna son extremas y cada uno de nosotros estaremos más o menos en medio. Se trata, pues, de valorar nuestras inclinaciones más que exigirnos una pureza ideológica que no consideramos fuera recomendable. Por ejemplo, nadie duda que el Orden y la Libertad son dos valores necesarios y, más aún, que cada uno necesita del otro; pero de lo que se trata es de por cuál de los dos nos inclinamos, lo que no significa que, optando por uno de los dos como prioritario, reneguemos del otro. Por su naturaleza, el establishment preferirá el Orden mientras que el individuo se inclinará por la Libertad. Y parecen compatibles (tanto como necesarias) la redistribución social de la riqueza como la economía de mercado, si a ésta segunda se le grava con los impuestos suficientes para hacer posible la primera.
El test sólo pretende ayudarnos a conocer cuán lejos o cerca estamos de cada uno de los extremos.
En materia de Servicios Públicos (como la educación, la sanidad, la justicia…)  versus su privatización, se puede apostar por los primeros y al mismo tiempo exigir su gestión privada, lo que significa que el paciente pueda elegir el centro de asistencia o atención (los cuales competirían entre sí) cuyos servicios en todo caso serían pagados con fondos públicos.
Dado que el Poder tiende al autoritarismo y a la uniformidad, la sociedad civil hará bien manteniendo un ojo vigilante sobre la intensidad y extensión de su ejercicio.
1445 (V 03/11/17) Qué fue antes? El huevo o la gallina?
La gente se sigue preguntando "¿qué es antes, el huevo o la gallina?". Ya me pronuncié sobre este tema contestando una respuesta sencilla a una pregunta elemental. Lo hice en la entrada 236 del 16/11/11. Reproduzco el texto:
      Cuando desde el púlpito un predicador declamaba a Teresa de Jesús "vivo sin vivir en mí y tan alta vida espero que muero porque no muero" uno de los asistentes levantó el brazo y gritó: ¡la gallina! Bueno, pues igual. Sólo que en este caso hay que ser "creacionista" para levantar el brazo y gritarlo. Los creacionistas (aún los hay en la época actual) son los que aseguran que su dios creó al ser humano a su semejanza, todo entero, tal cual nos vemos, un día que no recuerdo del año 4004 a.d.n. era. Lo llegaron a concretar hasta hace muy poco (no sé si algunos siguen empecinados en ello ni tampoco si afirman que ya hablábamos inglés). En EEUU son muchas las universidades que siguen vetando a Darwin. Pero todos, escuchadme mis pequeños saltamontes, provenimos de un germen, el primero de los cuales hace 5.000 millones de años pudo ser la combinación del hidrógeno, o nitrógeno, con el aire y/o la luz, no me hagan mucho caso, es sólo al "germen" a lo que me refiero. Así que "¿qué fue antes, el huevo o la gallina?" no tiene otra respuesta que "el huevo", vale?
      Así pues, cuando alguien os haga esta pregunta, consciente o inconscientemente está admitiendo que la creación de los seres vivos fue realizada tal como los vemos hoy por un dios creador, que por eso se llama creacionismo. En nuestros días, después de Darwin, no cabe admitir tal disparate, que sólo se explica por su fe en su religión. El huevo, pues, señoras y señores, es anterior a la gallina. Y no al revés. Esto implica aceptar la evolución. Que es una evidencia.
1444 (J 02/11/17) La muerte como origen de la vida
Por qué festejamos a todos los difuntos y a los santos? Según los católicos hoy, el día 1, es de "Todos los Santos" y mañana, día 2, el de los "Fieles Difuntos". Sin embargo Halloween, una fiesta para dar culto o rendir homenaje a los muertos, se celebró la noche del 31 de octubre, como Hallow eve, "Víspera de los Muertos", lo que sitúa correctamente en el día 1 el día de los difuntos. Cuáles son los orígenes de esta tradición? Insistiremos en lo que hemos venido diciendo todos los años en estas mismas fechas. Su origen se remonta a los tiempos en que la Muerte se celebraba como origen de lo vivo, y no como luego (y ahora) en que vemos a la Muerte como el final de la Vida. La muerte era sagrada, porque sagrado es y era todo lo que tenga que ver con la muerte. Pero ahora la despaganizan, la colonializan, haciéndola "santa".
Que la Muerte era fecunda puede comprobarse en el ritual del enterramiento, donde el cadáver-semilla es inhumado para que pueda reproducirse en las siguientes generaciones como ocurre en el ciclo anual del mundo vegetal. Ese es el sentido de las coronas de flores en los cementerios. Ese es el sentido de las coronas que portaban los reyes sagrados que iban a ser sacrificados. Ese es el sentido, el de sacrificarse por sus pueblos, que explica las coronas de los reyes. El Ecce Homo representa el sacrificio saturnal del chivo expiatorio coronado que será sacrificado por su pueblo. Que la Muerte fuera proscrita en los siguientes tiempos patriarcales, con enterramientos extra muros, lo demuestra la prohibición de morir, ni siquiera enfermar, en la isla Delos donde nació el dios "masculino" Apolo, hijo predilecto del nuevo dios-Padre (Zeus).
Es sabido que toda civilización sometida a una nueva cultura verá satanizados sus dioses y valores ante los dioses y valores de la nueva cultura dominante, la cual aprovechará en su beneficio los mitos y rituales que en la cultura sometida se mostraron eficaces. Al menos en lo que respecta a convocar multitudes. Así los dioses nativos se verán sustituidos por los nuevos, pero manteniendo las viejas tradiciones; las catedrales católicas se insertarán en el centro de las mezquitas conquistadas, las romerías mantendrán sus fechas y rutas pero no el tradicional motivo de su culto; la adoración al sol en su solsticio de invierno el 21-24 de diciembre cederá su protagonismo como día del nacimiento del nuevo dios (solar), y hasta Hipólito, cuyas fiestas eran celebradas a mediados de agosto, y que era homosexual (daba culto a Artemisa en lugar de a Afrodita) -hijastro de Fedra que rechaza a su madrastra quien lo calumnia y fuerza a su padre Teseo a maldecirlo, lo que le lleva a morir a los pies de sus caballos-, se convertirá en san Hipólito mártir muerto a los pies de unos caballos. Etc., etc., etc.
        A Perséfone (diosa destructora, representante de la muerte de la naturaleza en el invierno) se le rendía un culto multitudinario en esta fecha del 1 de noviembre, comienzo del invierno en el calendario antiguo, con fastos superiores a los que celebraban su retorno a la tierra como diosa de la primavera cuando se regenera la naturaleza. Una fiesta con tal raigambre y fuerza tenía que ser colonizada por los nuevos dioses, pero no ya como fiesta de muertos sino como fiesta de Todos los Santos, con los nuevos valores, y al no conseguirlo, por continuar los fieles recordando a sus muertos en esta efemérides, la desplazaron al día siguiente para en su lugar festejar a todos los santos. Sin percatarse, oh incultos devotos del Padre de los dioses!, que los difuntos, sagrados, ya eran de por sí santos, todos los santos.
El relato del mito es, en resumen, como sigue: Deméter, diosa de la agricultura, busca afanosa, desesperadamente, a su hija Perséfone (“la que lleva a la destrucción-muerte”, diosa de la Primavera, Proserpina en Roma) que ha desaparecido en el invierno abducida por el dios Hades en el Hades (dios del mundo ctónico, en el subsuelo de la Tierra). Al amenazar Deméter con una hambruna sin fin por la ausencia de frutos y cosechas en la Tierra si Hades no le devolvía a su hija, Hades y Deméter se sometieron al juicio de Zeus: Perséfone cohabitaría con Hades en su mundo subterráneo los 6 meses de invierno, y viviría con Deméter en la superficie de la Tierra los otros 6 meses desde la floración de la primavera.
El invierno comenzaba el 1 de noviembre y en esta fecha se celebraba la Muerte de Perséfone, su encierro en el mundo del Hades, con más solemnidad y afluencia que la de su resurgimiento en primavera. Por qué? porque nuestros abuelos sabían que en el proceso de supervivencia del ser humano lo más importante era la muerte como origen de la vida. Es la muerte del cadáver-semilla la que hace posible, tras su enterramiento, su múltiple reproducción en la próxima primavera. El eterno retorno. Así se entiende la fuerza que perdura en el tiempo de la fiesta que exalta la muerte como protagonista de nuestra vida, desde Mesopotamia a México, pasando por el Halloween en USA (All Hallows Evening, ya cristianizado, mezclando –correctamente!– la muerte con lo sagrado, ahora santificado).
Como la nueva cultura cristiana no podía desarraigar una tradición secular de tanta fuerza, intentaron suplantarla con otra fiesta, ya cristiana, la de Todos los Santos, para sustituir a la de Todos los Muertos, ignorando que santo-sagrado es lo mismo que impuro, contagioso, como todo lo que tiene que ver con la muerte. En efecto, santo y sagrado son lo mismo, y no hay nada más sagrado que un difunto. Pero al ser desplazada al día siguiente, cediendo su lugar a la fiesta de los Santos, resulta que la fiesta del día 2 no es sino la versión cristiana de la misma fiesta, la pagana, cuya celebración de la Muerte debería festejarse en el día anterior. Y los fieles (paganos) confirman el sentido genuino de esta fiesta celebrando en estas fechas a sus muertos y yendo a los cementerios que es lo suyo.
Llevan razón, pues, los mexicanos celebrando la Muerte como se merece, y los norteamericanos haciendo chanza de Ella en la Víspera de la Muerte (Hallow-eve: víspera de Todos los Santos, o Muertos, que en principio era lo mismo) pues el miedo a morir es cultural, inducido por las religiones monoteístas que lo hacen para intimidar y subyugar las conciencias de sus fieles creyentes. La Muerte no merece ser temida.
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(*) La asociación, o analogía, del cadáver humano con la semilla que soterrada en el invierno se ha de pudrir para renacer en nueva planta con muchas más semillas en la siguiente primavera, es tan contundente como repetida en las antiguas civilizaciones: en las paredes subterráneas de las tumbas de los faraones egipcios abundan los motivos agrícolas, cereales, flores...; en la mitología hitita son frecuentes los mitos en que la semilla ingerida evoluciona hasta cobrar vida humana; Osiris no era el dios del maíz, no! él era el maíz; el semen humano que fecunda el ovario para engendrar nuevas vidas se llama así, semen, semilla; en nuestras tumbas colocamos flores para estimular la regeneración de nuestra especie por medio de la inhumación de los cadáveres, el soterramiento de la semilla, etc. etc. etc. Como remate valga la alegoría de la muerte, amortajada con la sábana y empuñando la guadaña, lo cual es correcto, ya que la hoz es una herramienta para la siega de las cosechas.

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