No me hacía
falta leer la crítica de Boyero para animarme a ver la última de Woody Allen.
Me pasa como con Tarantino o Almodóvar, que los sigo fielmente por diferentes
motivos. En la crítica, “qué arte!”, “prodigioso cerebro”, “personajes y
diálogos insólitos”, “el tiempo vuela cuando este director está inspirado”…, me
parece que estos elogios son fruto del afecto que Woody Allen merece. Pero para
mí no es de las mejores, no llega a “La rosa púrpura del Cairo”, o “Anny Hall”…,
por citar solamente a un par de ellas.
Me gustaría saber de dónde ha sacado al
prota masculino que me resulta anodino. De las dos chicas la prota raya en el
borde de la sobreactuación. Pero lo que está realmente sobreactuado es el
guión: la madre del prota fue prostituta para justificar su reconciliación, la
chica protagonista se encierra con un director de cine en su casa y se desnuda
para tener que escapar, en un penoso vodevil, en paños menores a la calle donde
diluvia… y el beso del final, cómo no, tiene que ser, además de gratuito, debajo
del reloj de Central Park y en plena lluvia. No, no, no…
Ni me he reído ni tampoco sonreído. Pero
me da igual, seguiré viendo todas las películas de Woody porque como persona y
cineasta me agrada y me apetece.
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