“Las democracias son mejores que
sus modelos competidores no solo por los valores que promueven, sino también
por la inteligencia (colectiva, añadido mío) que institucionalizan”, asegura Innerarity. Y sigue, para explicarse: "Las dictaduras, las oligarquías
y las aristocracias de los expertos no tienen ninguna superioridad epistémica
ni están libres de errores de los que supuestamente saben más. Las democracias lo hacen
mejor que sus modelos alternativos. Nuestros sistemas políticos
están atravesados por el debate entre quienes quieren que gobierne quien más
sabe y quienes sospechan de que no habrá libertad si quienes gobiernan lo hacen
apelando a que son los que más
saben”.
Este era el sentido del ostracismo en la
Grecia de Pericles: expulsar de la sociedad a los que destacan porque son un
peligro para la democracia. La democracia es imperfecta, pero es el menos
imperfecto de los sistemas políticos. Lo dijo Churchill a quien, habiendo
ganado la II Guerra Mundial, lo expulsaron los ingleses al ostracismo en las
primeras elecciones porque hablaba demasiado bien.
Pero no deja de ser un acto de fe
asegurar que la “inteligencia colectiva” acierta cuando ésta se compone de una
mayoría dúctil y maleable, por no decir analfabeta.
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