Recordemos a Groucho Marx: estos son
mis principios, si no le gustan tengo otros. A los políticos no les importa
vender mercancía de segunda, o cuarta, mano si con ello consiguen votos, único
fin para el que han sido creados.
Ayer escribí en Facebook: C,s ha evolucionado tanto y tan deprisa que ahora ya no sabe dónde está ni adónde se dirige. Leo en algún sitio: si C,s, con el trifachito (C,s, Vox y PP), ganara unas elecciones generales por mayoría absoluta, ¿aplicaría una política más “liberal” y “regenerativa” que la que podría ejecutar con el PSOE? Al convertir al PP en su adversario electoral obsesionándose con un eventual sorpasso y consiguiente hegemonía en la derecha española, en realidad Rivera se encuentra secuestrado por los populares, de los cuales es ahora un apéndice rígido a inane.
¿Que cómo no se dan cuenta de su
situación real y de la opinión que merecen en la sociedad? Pues porque al
rodearse de fieles devotos que les rinden culto (como al rey “vestido”)
nuestros líderes políticos confunden los halagos de sus lameculos con un fervor
popular que sólo existe en su fantasía. Y así les va. Y así nos va. Es el
intento de emular al Rey sagrado, o al faraón que encarnaba la divinidad. O a
Luis XIV (el Estado soy yo) o al XV (después de mí, el diluvio).
Como efecto de la velocidad
a la que Albert Rivera ha centrifugado a varios de sus mejores, ahí está la
hemorragia de autoexpulsados de la cúpula al sentirse traicionados en sus
principios originales, al ver la in-volución del C,s que, de partido que quería
dominar el centro, ha pasado a querer ser el referente de la derecha del
espectro político.
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