“Es
perfectamente legal y legítimo aprobar decretos leyes porque el gobierno no
está en funciones”, afirma el socialista Rafael Simancas. Este Gobierno hasta
el 1 de marzo había aprobado 30 decretos leyes. Con 76 decretos terminó Rajoy
su legislatura entre 2011 y 2015; con 55 Zapatero entre 2008 y 2011; con 85
Aznar entre 1996 y 2000; con 30 cada uno de sus cuatro mandatos Felipe
González. Claro que el primero lo hizo en 9 meses y los demás en sus mandatos
de cuatro años cada uno.
Hace
falta imponer la moderación. Los extremistas -que equivale a decir
sinvergüenzas, imbéciles y descarados- tienen poco recorrido (a no ser que se
impongan como lo que aspiran a ser, puras y duras dictaduras). Ahí tenemos a
Trump con su muro inacabado, el Brexit
que no ha devuelto el control al Reino Unido, la República catalana inexistente
con su gran valedor debajo de la cama, los chalecos amarillos dando palos de
ciego, y entre nosotros los trifálicos que, me adelanto a decirlo, el 28A verán
castigados sus insultos e infamias con una pérdida de votos que no pueden ahora
imaginar.
Fernando Vallespín propone esta aporía de
imposible racionalidad: “¿Es posible aspirar a gobernar con el bloque de
derechas, negarse a hacerlo con el centro-izquierda, y sostener a la vez que se
está en el centro político? Es la propuesta del recién llegado a la política,
C,s, que al mismo tiempo entregan a Vox el carnet de constitucionalista que le
niegan al PSOE. A Vox, que es el paroxismo de la ultraderecha, negándole ese
título al histórico partido (yo no soy de
él…, ni de ninguno, yo soy poeta) que ha sabido encarnar mejor que ningún
otro el espíritu de la Constitución. Así que estos advenedizos sacan pecho y
pregonan que el PSOE no es un partido constitucionalista pero Vox sí que lo es,
Vox, un partido exasperante de ultraderecha. Bravo!
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