Lo que sigue es textualmente la entrada de un
blog de Marcelino Flórez, de 31 enerpo, 2019,
que hago mío 100% y por eso lo comparto y lo difundo:
Pablo Iglesias está gestionando
la crisis con Más Madrid a su estilo, incluyendo en ese estilo el insulto, el
circunloquio, la metáfora y cuantas figuras literarias sirvan para decir lo que
se desea, sin que lo parezca.
Decir, por ejemplo, “Íñigo,
a pesar de todo, no es un traidor” significa introducir la idea de traidor en
el debate. Como cuando decimos retóricamente “no voy a afirmar que el suyo sea
un partido corrupto, pero ahí esta la Gürtel y cien casos más”, lo hacemos para
recordar la corrupción. Pablo Iglesias utiliza figuras literarias, Echenique o
Monedero son directos, insultan y se lavan las manos. Pero esto no es más que
un velo que oculta lo que importa.
La decisión que ha tomado
el Consejo Ciudadano de elegir primero una candidatura para la Comunidad de
Madrid y negociar después con Más Madrid responde a la opción por buscar una
coalición y no una confluencia. Del mismo modo, el empeño en afirmar que
Errejón y Carmena han creado un nuevo partido, además de manifestar un deseo de
diferenciación y aun de exclusión, tiene igualmente la voluntad de negar el
principio de la confluencia. Cada paso va en la misma dirección y, de ahí, el
empeño en que el nombre “Podemos” figure en papeletas, carteles y cada acto
público que pueda celebrarse. El partido es la prioridad y su control ha de ser
férreo. Hasta aquí, todo igual que en 2015. La única diferencia es que entonces
el enemigo era Izquierda Unida y ahora se llama Errejón.
Bueno, hay otra diferencia.
En 2015 Podemos estaba en la cresta de la ola y ahora se ve arrastrado por la
arena de la playa. Los resultados de Andalucía, que confirman la tendencia
imparable hacia la irrelevancia, ya no se pueden excusar con echar la culpa a
los socios.
Por eso, Podemos lo tiene ahora más difícil. Ya no manda en los procesos
de confluencia y, ni siquiera, en los procesos de coalición. De hecho,
Izquierda Unida de Madrid ha convocado a sus socios de coalición, EQUO y
Podemos, para tratar de tomar una postura conjunta respecto a Más Madrid. Lo
que en esa reunión se decida, acuda quien acuda, es muy importante para la
relación con Podemos, pero no determina nada respecto a Más Madrid.
Más Madrid es quien
hegemoniza este proceso y, si manda, es porque esa marca es mucho más que
Carmena y Errejón. Me sorprende observar cuánta gente habla de personalismo o
de hiperliderazgos y, como concluyendo, de ambiciones personales al analizar lo
que está ocurriendo en Madrid. Lo entiendo en el caso de periodistas y
tertulianos, que son profundamente ignorantes de lo que no se halle en la
superficie, a causa de su alejamiento del compromiso participativo, pero no lo
entiendo en el caso de los militantes de la izquierda.
Más Madrid es hegemónico porque se nutre
de una base social, del movimiento social realmente existente, el mismo que
hizo posible Ahora Madrid o la las movilizaciones del 15-M. Por eso, es fuerte,
es comunitario y no personalista, y es confluyente. Más Madrid no desprecia a
los partidos. Al contrario, defiende el derecho a las diversas identidades. Lo
que Más Madrid pone en cuestión es la forma de los partidos hasta ahora
existentes, la jerarquía de su organización y de su toma de decisiones, el
anteponer los intereses de partido a las necesidades de grupos sociales
extensos. Pone también en cuestión las siglas de esos partidos, porque están
gastadas y son rechazadas por mayorías crecientes de personas, como demuestra
la abstención en Andalucía.
Me atrevo a vaticinar que
Más Madrid será la forma de confluencia en la capital y en la Comunidad
Autónoma, que lo es ya. Allí podrá integrarse quien lo desee, pero sin añadir
guión Podemos o guión Unidos Podemos o cualquier otro guión. Eso es así ya y
las encuestas dicen que la fórmula tiene futuro. Lo otro, lo que ocupa los
titulares de la prensa, no es más que la crónica de la pérdida de la hegemonía
de los viejos partidos de la izquierda y su resistencia al cambio.
Marcelino Flórez
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