Me he informado de que la autora del personaje fue la australiana Pamela
Lyndon Travers en 1934 que escribió sobre su criatura ocho libros hasta 1988.
Y he visto la peli, sí,
antes que Roma, Tiempo Después o Un asunto de familia, que siguen
en cola. Y la he visto no porque yo tuviera interés por la obra sino por
intentar entender el interés que la obra ha despertado en ciertos medios y en
la crítica y demás. Lo mismo que le pasó a Freud con el Edipo de Sófocles, que
más que la obra en sí le intrigó el interés que despertaba. Ni siquiera pude
compararla con la primera versión de 1964, que disgustó a la misma Travers,
porque ya ni me acuerdo de cómo era, fuera de las canciones chin chibirín
chibirín o Supercalifrágiliesticopialidoso,
si es que esas melodías eran de esa película. Que por cierto no las he oído en
esta nueva versión, a no ser que me hubiera pillado dormido.
Lo que no he acabado de entender es que María
Tausiet, autora del libro Mary Poppins. Magia, leyenda, mito, la ensalce
como lo hace, aunque quizás lo haga para promocionar su libro. Para empezar, comienza
Tausiet, pop-in significa apariciones. Vale. Continúa definiendo el
personaje como un “icono de nuestra cultura”. Luego la califica de niñera,
maestra y musa, con un “espíritu mágico y poder liberador”. Después dice de
ella que, resultando “paradójica y contradictoria…, sus aventuras demuestran
que los contrarios no son tales…, y que puede inventarse una dimensión
inesperada capaz de integrar los extremos” (sic). No conforme con todo
lo cual, lo remata escribiendo que “la obra de Travers da por sentada la
igualdad de derechos entre hombres y mujeres” y que Mary Poppins puede ser
considerada feminista, rotundamente sí. Leído todo lo cual, cómo podía dejar de
ir a verla?
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