miércoles, 2 de enero de 2019

1682 (X 2/1/19) El enigma de los caballos de Ekain

Nacieron hace unos 17.000 años en una cueva del actual Euskadi. Son cuatro caballos grabados en el barro sobre una pared prehistórica y guardan un secreto, según escribe Vicente G. Olaya en su artículo del jueves 20/12/18, a saber: ¿por qué fueron pintados en un recodo de una gruta de difícil acceso? La respuesta es: porque eran pinturas mágicas y ese lugar era sagrado, de acceso prohibido a los no iniciados. Como ahora explicaré.
Luego cita a la arqueóloga Blanca Ochoa: Las cuatro figuras que hemos hallado fueron hechas directamente con los dedos en la arcilla por los ocupantes de la gruta. El tallado o la pintura no permanecen en el barro. Solo la grabación sobre la arcilla aguanta. Eso significa, dice la experta, qué quisieron decirnos algo. “El problema es el qué” (otro enigma, otro misterio).
     Pues “el qué”, estimada Ochoa, no lo sabremos pero podemos especular con hipótesis que daremos por buenas mientras no nos demuestren lo contrario: porque representando su imagen se apoderaban de su ser (alma, espíritu, como queramos llamarlo, sobre todo si el grupo lo adoptaba como tótem), conjuraban su presencia para la caza, invocaban su aparición en la época oportuna…, en todo caso lo conminaban a hacer algo que era importante (vital?) para el grupo.
        Algo tan relevante no podía dejarse en manos de cualquiera, mucho menos de extraños hostiles que podrían dañarlos o utilizarlos en contra de nuestro colectivo. Y por eso lo escondían en lugares de difícil acceso, verdaderos santuarios donde simulando cazarlos, por ejemplo, aseguraban el éxito cuando salieran a por ellos. Y por eso sólo tendría permitida la entrada quien pudiera oficiar el ritual a tal efecto. (Que por cierto tengo motivos para pensar que era mujer y no varón la encargada del oficio, tanto de los rituales como de la autoría de los grabados, pero ese tema necesita trato aparte.)
         Los dibujos son del período Magdaleniense, es decir, entre 17.000 y 13.000 años de nuestra era. Por los restos encontrados sabemos que la gruta había sido ocupada de forma no continuada entre hace 42.000 y 5.600 años por grupos humanos del Homo sapiens “si bien la zona más profunda pudiera evidenciar el hábitat del Homo neanderthalensis”.
Me pongo tenso, en situación de alerta, cuando veo intenciones de emparentarnos con los neandertales, pero en este caso no tengo motivo. Que los neandertales pintaran, o tallaran, gráficos rupestres no me extrañaría pues mayor que ésa fue la abstracción de enterrar nuestros cadáveres (para asegurar la supervivencia del espíritu del muerto-semilla en los futuros cuerpos de miembros de la especie), en lo cual se nos adelantaron desde hace 200.000 años. En la Cueva cántabra de La Pasiega en Puente Viesgo se han datado grabaciones de más de 60.000 años… Y si, como se acepta casi unánimemente, el Homo Sapiens no llegó a Europa antes del 40.000, entonces cabe pensar que sus autores fueran neandertales.
Sleeping Lady
      No puedo evitar entrar en el debate sobre si son obras de arte. A mí no me lo parecen. Porque en las obras de arte es importante el autor, que éste se exprese libremente, que se encuentre a sí mismo en su obra, que busque el máximo reconocimiento ante una audiencia pública cuanto más extensa mejor… (es el caso, por ejemplo, de la diminuta Sleeping Lady de la Sala Hipóstila de Malta, aunque su vientre abultado induzca a pensar que pudiera ser una figura sagrada), condiciones que no se dan en los grabados rupestres sino todo lo contrario: son figuras con patrones rígidos, hieráticos (sagrados), a los que pueden acceder sólo los que sabrán hacer buen uso de su tremendo poder, etc. Así que no las veo como obras de arte. Son algo mucho más importante: son instrumentos sagrados para asegurar la sana, segura y eficaz supervivencia del grupo al que sirven.
Otro “enigma” es el de los negativos de las manos de la cueva del Castillo, entre otras. Enigma que deja de serlo si sabemos que el séquito de la diosa lo componían dáctilos y coribantes, por lo que cabe que se rindiera culto (homenaje?) a los dedos a los que, gracias al pulgar retráctil, debemos tanto el arte como el poder lanzar venablos y flechas, o cocinar, o moldear la cerámica… Así que las pinturas de las manos serían también sagradas, podríamos llegar a decir divinizadas, al ser motivo de culto, si es que lo eran.
        Y esto se va alargando. Pero dejadme añadir sólo un apunte más: las grabaciones y pinturas rupestres fueron proto-escritura, una forma primitiva de la escritura, pues transmitían un mensaje cuyo significado tenía que ser interpretado por igual entre personas diferentes, incluso de nuevas generaciones.
           Ok? Pues hasta mañana.

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