Nacieron
hace unos 17.000 años en una cueva del actual Euskadi. Son cuatro caballos
grabados en el barro sobre una pared prehistórica y guardan un secreto, según escribe Vicente G. Olaya en su artículo del jueves 20/12/18, a saber: ¿por qué fueron pintados en un recodo
de una gruta de difícil acceso? La respuesta es: porque eran pinturas mágicas y
ese lugar era sagrado, de acceso prohibido a los no iniciados. Como ahora
explicaré.
Luego cita a la arqueóloga Blanca Ochoa:
Las cuatro figuras que hemos hallado fueron hechas directamente con los dedos
en la arcilla por los ocupantes de la gruta. El tallado o la pintura no
permanecen en el barro. Solo la grabación sobre la arcilla aguanta. Eso
significa, dice la experta, qué quisieron decirnos algo. “El problema es el
qué” (otro enigma, otro misterio).
Pues “el qué”, estimada Ochoa, no lo
sabremos pero podemos especular con hipótesis que daremos por buenas mientras
no nos demuestren lo contrario: porque representando su imagen se apoderaban de
su ser (alma, espíritu, como queramos llamarlo, sobre todo si el grupo lo
adoptaba como tótem), conjuraban su presencia para la caza, invocaban su
aparición en la época oportuna…, en todo caso lo conminaban a hacer algo que
era importante (vital?) para el grupo.
Algo
tan relevante no podía dejarse en manos de cualquiera, mucho menos de extraños
hostiles que podrían dañarlos o utilizarlos en contra de nuestro colectivo. Y
por eso lo escondían en lugares de difícil acceso, verdaderos santuarios donde simulando
cazarlos, por ejemplo, aseguraban el éxito cuando salieran a por ellos. Y por
eso sólo tendría permitida la entrada quien pudiera oficiar el ritual a tal efecto. (Que por
cierto tengo motivos para pensar que era mujer y no varón la encargada del
oficio, tanto de los rituales como de la autoría de los grabados, pero ese tema necesita
trato aparte.)
Los dibujos son del período Magdaleniense, es decir, entre 17.000 y 13.000 años de nuestra era. Por
los restos encontrados sabemos que la gruta había sido ocupada de forma no
continuada entre hace 42.000 y 5.600 años por grupos humanos del Homo
sapiens “si bien la zona más profunda pudiera evidenciar el hábitat
del Homo neanderthalensis”.
Me pongo tenso, en
situación de alerta, cuando veo intenciones de emparentarnos con los neandertales,
pero en este caso no tengo motivo. Que los neandertales pintaran, o tallaran,
gráficos rupestres no me extrañaría pues mayor que ésa fue la abstracción de
enterrar nuestros cadáveres (para asegurar la supervivencia del espíritu del muerto-semilla en los futuros cuerpos de miembros de la especie), en lo cual se nos adelantaron desde hace 200.000 años.
En la Cueva cántabra de La Pasiega en Puente Viesgo se han datado grabaciones
de más de 60.000 años… Y si, como se acepta casi unánimemente, el Homo
Sapiens no llegó a Europa antes del 40.000, entonces cabe pensar que sus
autores fueran neandertales.
Sleeping Lady |
No puedo evitar entrar en el
debate sobre si son obras de arte. A mí no me lo parecen. Porque en las obras de arte
es importante el autor, que éste se exprese libremente, que se encuentre a sí mismo en su
obra, que busque el máximo reconocimiento ante una audiencia pública cuanto más
extensa mejor… (es el caso, por ejemplo, de la diminuta Sleeping Lady de la Sala
Hipóstila de Malta, aunque su vientre abultado induzca a pensar que pudiera ser una figura sagrada), condiciones que no se dan en los grabados rupestres sino
todo lo contrario: son figuras con patrones rígidos, hieráticos (sagrados), a
los que pueden acceder sólo los que sabrán hacer buen uso de su tremendo poder,
etc. Así que no las veo como obras de arte. Son algo mucho más importante: son instrumentos sagrados para asegurar la sana, segura y eficaz supervivencia del
grupo al que sirven.
Otro “enigma” es el de los
negativos de las manos de la cueva del Castillo, entre otras. Enigma que deja de
serlo si sabemos que el séquito de la diosa lo componían dáctilos y
coribantes, por lo que cabe que se rindiera culto (homenaje?) a los dedos a
los que, gracias al pulgar retráctil, debemos tanto el arte como el poder lanzar venablos y flechas, o cocinar, o moldear la cerámica… Así que las pinturas de las manos serían también sagradas, podríamos
llegar a decir divinizadas, al ser motivo de culto, si es que lo eran.
Y esto se va alargando. Pero dejadme añadir sólo un apunte más: las grabaciones y pinturas rupestres fueron proto-escritura, una forma primitiva de la escritura, pues transmitían un mensaje cuyo significado tenía que ser interpretado por igual entre personas diferentes, incluso de nuevas generaciones.
Y esto se va alargando. Pero dejadme añadir sólo un apunte más: las grabaciones y pinturas rupestres fueron proto-escritura, una forma primitiva de la escritura, pues transmitían un mensaje cuyo significado tenía que ser interpretado por igual entre personas diferentes, incluso de nuevas generaciones.
Ok? Pues hasta mañana.
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