domingo, 30 de diciembre de 2018

1680 (D 30/12/18) Un test para neo-fascistas

Hasta ahora los votantes de la derecha cavernícola, facha y corrupta, española no se atrevían, por vergüenza, a confesar a quiénes habían votado, lo que no les impedía seguir votándolos, a escondidas. Ahora ya se ha perdido la vergüenza de votar, y decir que se vota, por este tipo de partidos.
     He dicho facha, consciente de su connotación con el fascismo, término éste que ha devenido en sinécdoque: palabra que se puede aplicar a distintos movimientos totalitarios.
     Andrés Ortega nos recuerda en su artículo ¿Fascista? No, pero… que Umberto Eco esbozó en 1995 una lista de características de este movimiento político totalitario: el culto a la tradición; el rechazo de lo moderno (la Ilustración como inicio de la depravación moderna) y de la crítica analítica (el desacuerdo como traición); la emoción irracional; el culto a la acción por la acción; la negación de la diversidad y el miedo a la diferencia; el llamamiento a una clase media frustrada por la crisis económica; la obsesión por las conjuras (especialmente de los judíos); la vida como guerra pues no hay que pactar con el enemigo; la educación para convertirse en héroes (¡viva la muerte!); el machismo; un elitismo popular; un populismo selectivo, cualitativo, contra los regímenes parlamentaristas; y los eufemismos (una “nuevalengua” que ya Orwell delató en 1984).

  Hoy día la extrema derecha encarna un neofascismo en el que se detectan otros rasgos como el hipernacionalismo (we first, nosotros lo primero); en Europa el antieuropeísmo para pasar a otra nueva UE re-nacionalizada; antiinmigración racista (esencialmente antimusulmana), nativismo y supremacismo blanco; antifeminismo y homofobia; negacionismo sobre el cambio climático como consecuencia del hacer humano; liderazgo fuerte (admiración por Putin, que responde también a muchas de estas categorías) y culto al líder que busca una relación directa con “el pueblo”; autoritarismo; no tanto rechazo a las elecciones sino al pluralismo y a la división de poderes, en particular a un poder judicial independiente; crítica a los medios críticos y a la libertad de prensa y desinformación y provocación a través de las redes sociales (fake news); afirmación religiosa, habitualmente cristiana (católicos fundamentalistas, evangélicos radicales, ortodoxos en el caso ruso); pro derecha israelí; antiglobalismo y proteccionismo; soberanistas nostálgicos; centralistas. Y aplicando la política del miedo.
       La coincidencia entre estos movimientos en la dimensión política y cultural es mucho mayor que en la económica y social, a la que no otorgan demasiada importancia en sus programas.
     [Un toque local (doméstico) lo añade Manuel Vicent con estos otros rasgos diferenciales: vuelta a la España del NO-DO, la familia tradicional, la misa de doce los domingos, los belenes, procesiones, peinetas y mantillas de Jueves Santo, corridas de toros…]
        Psicoanalícense, vale?

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