Hasta ahora los votantes de la derecha cavernícola, facha y corrupta,
española no se atrevían, por vergüenza, a confesar a quiénes habían votado, lo
que no les impedía seguir votándolos, a escondidas. Ahora ya se ha perdido la
vergüenza de votar, y decir que se vota, por este tipo de partidos.
He dicho facha, consciente de su connotación con el fascismo, término éste que
ha devenido en sinécdoque: palabra que se puede aplicar a distintos movimientos
totalitarios.
Andrés Ortega nos recuerda en
su artículo ¿Fascista? No, pero…
que Umberto Eco esbozó en
1995 una lista de características de este movimiento político totalitario: el
culto a la tradición; el rechazo de lo moderno (la Ilustración como inicio
de la depravación moderna) y de la crítica analítica (el desacuerdo
como traición); la emoción irracional; el culto a la acción por
la acción; la negación de la diversidad y el miedo a la diferencia; el
llamamiento a una clase media frustrada por la crisis económica; la obsesión
por las conjuras (especialmente de los judíos); la vida como guerra pues no hay
que pactar con el enemigo; la educación para convertirse en héroes (¡viva la
muerte!); el machismo; un elitismo popular; un populismo selectivo, cualitativo, contra los regímenes parlamentaristas; y los eufemismos (una
“nuevalengua” que ya Orwell delató en 1984).
Hoy día la extrema derecha encarna un
neofascismo en el que se detectan otros rasgos como el hipernacionalismo (we first, nosotros lo primero); en Europa el antieuropeísmo para pasar a otra nueva UE re-nacionalizada; antiinmigración
racista (esencialmente antimusulmana), nativismo y supremacismo blanco; antifeminismo
y homofobia; negacionismo sobre el cambio climático como consecuencia
del hacer humano; liderazgo fuerte (admiración por Putin, que responde también a
muchas de estas categorías) y culto al líder que busca una
relación directa con “el pueblo”; autoritarismo; no tanto rechazo a las
elecciones sino al pluralismo y a la división de poderes, en particular a un poder
judicial independiente; crítica a los medios críticos y a la
libertad de prensa y desinformación y provocación a través de las
redes sociales (fake news); afirmación
religiosa, habitualmente cristiana (católicos fundamentalistas,
evangélicos radicales, ortodoxos en el caso ruso); pro derecha israelí;
antiglobalismo y proteccionismo; soberanistas
nostálgicos; centralistas. Y aplicando la política del miedo.
La coincidencia entre estos movimientos en la dimensión política y cultural es mucho mayor que en la económica y social, a la que no otorgan demasiada importancia en sus programas.
[Un toque local (doméstico) lo añade Manuel Vicent con estos otros rasgos diferenciales: vuelta a la España del NO-DO, la familia tradicional, la misa de doce los domingos, los belenes, procesiones, peinetas y mantillas de Jueves Santo, corridas de toros…]
Psicoanalícense, vale?
La coincidencia entre estos movimientos en la dimensión política y cultural es mucho mayor que en la económica y social, a la que no otorgan demasiada importancia en sus programas.
[Un toque local (doméstico) lo añade Manuel Vicent con estos otros rasgos diferenciales: vuelta a la España del NO-DO, la familia tradicional, la misa de doce los domingos, los belenes, procesiones, peinetas y mantillas de Jueves Santo, corridas de toros…]
Psicoanalícense, vale?
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