Comentando la alocución del candidato a
President de la Generalitat catalana en el Parlament el sábado pasado, el
diario El País dice en su editorial de antesdeayer:
Con Torra, el secesionismo se quita una vez más la máscara y evidencia
que, en el camino hacia la independencia, la democracia y los derechos
individuales son completamente prescindibles. La construcción de una república
independiente deviene así en fe religiosa que legitima de forma autónoma todos
los medios empleados en lograrla sin necesidad de recurrir a marco legal ni
democrático alguno ni de respetar los derechos de la ciudadanía.
En el resto de Europa sería inimaginable que alguien con las
credenciales xenófobas y excluyentes de Torra pudiera dirigir una fuerza de
policía con más de 17.000 integrantes, recaudar impuestos para organizar los
servicios públicos, educar a sus hijos con pleno respeto de la pluralidad y
garantizar la calidad y el rigor de las informaciones producidas y difundidas
en la corporación de medios públicos. Pero todo ello, al parecer, sí que es
posible plantearlo en la Cataluña de los secesionistas de hoy, tan distante de
los valores y principios que la han hecho siempre grande.
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