miércoles, 28 de marzo de 2018

1548 (X 28/3/18) La Lógica

La materia más necesaria para el menor, tanto como es repudiada por los políticos (porque enseña al alumno a pensar por sí mismo), es la Lógica, parte básica y elemental de la Filosofía.  Son también necesarias la física, la química, la matemática…, pero ninguna es tan importante como la Lógica. En una sociedad tan manipulable por el exceso de información a que estamos sometidos, la mejor manera, y quizás la única, de defendernos contra esas influencias, no es otra que la Lógica. La Lógica, pues, debería enseñarse desde la edad más temprana del alumno, no sólo por su utilidad sino porque es el mejor instrumento para la supervivencia.
  Conociendo los ciudadanos los entresijos de los silogismos, los políticos que mintieran, hoy todos, se auto-delatarían de inmediato y el rechazo social sería rápido y fulminante. De ahí que sea tan urgente darle la prioridad a esta asignatura por más que los poderes reaccionarios se opondrán a ella como si de la mala bicha se tratara.
    Que qué es un silogismo?: El silogismo es una forma de razonamiento deductivo que consta de dos proposiciones como premisas y otra como conclusión, que es la que se deduce necesariamente de las otras dos. Por ejemplo, premisa mayor: todos los mamíferos tienen mamas; premisa menor: los humanos son mamíferos; ergooo (luegooo, por lo tanto, conclusión:) los humanos tienen mamas.
Para detectar cuándo un silogismo es correcto (lógico), debemos distinguir las proposiciones que pueden ser
- generales (o universales) positivas (AA),
- generales (o universales) negativas (AE),
- particulares (o singulares) positivas (IA) y 
- particulares (o singulares) negativas (IO).
    Pues bien, de dos premisas AA la conclusión ha de ser A. Ejemplo: Los españoles habitan un país mediterráneo; los gallegos son españoles; luego los gallegos habitan un país mediterráneo.  Para que todo no sea AAA veamos un ejemplo de AII: Los menores lo son hasta los 21 años; Pepito es menor; luego Pepito tiene menos de 21 años. Por supuesto que las premisas tienen que ser ciertas, pues si son falsas, la conclusión será falsa también.
     Y así con todas las combinaciones que caben con los elementos A, AA, AAA, AE... etc.
    Como recurso mnemotécnico se utilizan nombres ficticios para cada una de las posibles combinaciones, tales como Barbara (para AAA), Celarent (para EAE), Darii (para AII), Ferio (para EIO), Camestres (AEE), Baroco (AOO), Felapton (EAO), Disamis (IAI), Bocardo (OAO)…
      Esto, que ahora puede resultarnos un petardo, tendrían que aprenderlo los niños en la escuela desde su más tierna infancia como lo hacen con las tablas de multiplicar. En una generación los políticos mentirían menos, las conversaciones serían mucho más gratificantes y las tertulias televisivas no saldrían por peteneras. Que es lo que ocurre ahora.


N/B, addendum: Carles Geli nos avisa de la imperiosa necesidad de introducir a los niños en la  Filosofía, click aquí.

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