Nuestra Semana Santa resalta más la Pasión
que la Pascua, siendo la Resurrección un añadido, cuando éste debería ser el
verdadero motivo de la celebración. La superación de la muerte, para algunos; realmente la regeneración de la vida (en principio la vegetal), para otros.
Porque de qué se
trataba, en sus orígenes, con estas fiestas? En este equinoccio se celebraba la
resurrección de la naturaleza, la llegada de Perséfone, la Primavera. Fiestas
de alegría, por tanto. Pero las religiones monoteístas no ven con buenos ojos
la alegría de los pecadores, que somos todos, y enfatiza el tema de la Pasión, de la muerte, de la culpa, porque están más interesadas en hacernos sentirnos culpables (de
lo que sea), y en esto coinciden con el Poder político, ya que con ello
atemorizan al personal y nos hacen más sumisos.
Las buenas cosechas no se dan si antes no han habido lluvias. Impetrar
el agua por medio de magia mimética, de asociaciones mentales, se realizaba
mediante un ceremonial de ruidos de tambores y cacerolas, remedando a los
truenos. Dado el desconocimiento sobre los orígenes de estas ceremonias, nos hace sonreír el que en Semana Santa toquen los tambores (para que atraigan el agua) y cuando lo consiguen (que llueva, lo que ocurre con frecuencia en estas fechas), se enfadan y protestan, porque se les moja la ropa y se les corre el rímel.
La actualidad. Foto fija de la penosa ópera bufa catalana.
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